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viernes, 10 de enero de 2020

Las enseñanzas aprendidas en el dispositivo del “Xacobeo-93”

Es innegable la atracción que siempre ha provocado la ciudad de Santiago de Compostela, meta de miles de peregrinos que acuden, cada año a postrarse a los pies de la imagen de Santiago Apóstol, Patrón de España, cuyos restos descansan en la cripta de la románica y majestuosa Catedral Metropolitana de aquella hermosa ciudad gallega. 

Pero si este constante ir y venir de peregrinos, que acuden desde todas las partes del mundo, es algo habitual en Santiago, toda vez que se trata de uno de los tres lugares de peregrinación, junto a Jerusalén y Roma, más importantes del orbe cristiano, cada vez que la festividad de Santiago Apóstol, día 25 de julio, coincide en domingo, la presencia de peregrinos se multiplica, abarrotando la ciudad y los Caminos que a ella conducen, a lo largo de todo ese año que la iglesia Católica bautiza como Santo. 

Pelegrín, la mascota del Xacobeo-93

Tal vez contagiado de los grandes fastos de 1992, Juegos Olímpicos de Barcelona y Exposición Universal de Sevilla, el Año Santo Jacobeo, el Xacobeo como se denomina en gallego, de 1993 supuso un punto de inflexión en esta tradicional celebración. 

Tanto la Administración Autonómica, como la Central y, en buena medida la Municipal, concertaron conjuntamente una serie de medidas conducentes a potenciar, en todos los aspectos, aquella magna celebración. Fue una apuesta fuerte, con la seguridad que el balance final resultaría altamente positivo como así fue. 

No solo se programaron actividades de toda índole, sino que también se acometieron obras públicas de gran envergadura cuyas inauguraciones se hicieron coincidir, en algunos casos, con aquel año de tantas evocaciones. 

A la vista de las previsiones, que incluso finalmente se vieron desbordadas, la Dirección General de la Policía diseñó un plan integral de seguridad, especialmente para la fase crítica que se fijó entre los meses de mayo a septiembre, repuntando nuevamente a finales de diciembre, con motivo de la celebración de los actos de la Traslación de los restos del Apóstol -30 de diciembre- y el cierre de la Puerta Santa, en la jornada del 31. 

Sin duda, las lecciones aprendidas y puestas en práctica con brillantez en 1991, por mor de los dispositivos activados con motivo de la Operación “Pax” -Conferencia de paz de Oriente Medio, celebrada en Madrid en octubre-noviembre de aquel año- y los posteriores de Barcelona-92 y Expo-92, contribuyeron a afrontar de forma resuelta aquel nuevo reto que se planteaba. 

La vieja ciudad de Santiago de Compostela, capital administrativa de la Comunidad Autónoma de Galicia y, por tanto, sede de todo el aparato de gobierno de la región, jamás se distinguió por unos elevados índices de criminalidad. Al igual que el resto de las localidades de su categoría -el censo de población no alcanza los 100.000 habitantes-, era escenario de especialidades delictivas muy concretas, pequeños hurtos, especialmente al descuido; tráfico de sustancias estupefacientes, generalmente al menudeo; además de la problemática social derivada del establecimiento en la ciudad de la sede autonómica lo que provocaba que algunas de las protestas reivindicativas, venidas del resto de Galicia, tuviesen sus calles como escenario. Todo eso, sin contar algunos actos de carácter terrorista protagonizados por minoritarios grupos independentista de carácter violento que se ponían de manifiesto en determinadas ocasiones. 

Evidentemente, todos estos aspectos habían de tenerse en cuenta a la hora de diseñar el dispositivo; unos, por la alarma social que provocaban, y otros, porque, aprovechando el eco mediático del “Xacobeo”, podrían tener una mayor repercusión tanto a nivel nacional como internacional. 

Comisaría de Santiago de Compostela

A principios de aquel 1993, el Comisario Avelino de Francisco había tomado el mando de la Comisaría de Santiago, dejando atrás la jefatura de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Comisaría de Vigo-Redondela cuya jefatura había ostentado tras su ascenso al empleo de Comisario. 

Ya durante su tiempo de permanencia al frente de la citada Brigada de Seguridad Ciudadana, se había experimentado con algunos sistemas de actuación que habían permitido afrontar, con más garantías, los retos que se estaban planteando en materia de tráfico y consumo al menudeo, sobre todo en la zona vieja de la ciudad, de sustancias estupefacientes; prostitución callejera; inmigración ilegal; acciones concretas sobre los denominados “puntos negros”; sin olvidar las características de patrullaje por la ciudad; seguridad en espectáculos de masas; orden público; controles en las vías de acceso; conducciones; custodias; etc., asignadas, fundamentalmente, a los dos Grupos de Radiopatrullas del turno complementario, herederos de los de la vieja Unidad Polivalente que, por esas fechas, había mudado su denominación. 

La Brigada de Seguridad Ciudadana de Vigo, contaba en 1988, con una Unidad Polivalente, integrada por dos Grupos Operativos, el I y el II; estos Grupos, a principios de los años 90 fueron reconvertidos en Radiopatrullas para prestar servicio en el turno complementario, sin dejar de asumir los cometidos específicos que habitualmente desempeñaba la Polivalente, si bien, con una nueva dimensión a la hora de verificar el despliegue. 

Como se ha señalado, entre 1988 y 1993, especialmente a partir de 1990, con el cambio de la filosofía de trabajo, se habían ido alcanzado todos y cada uno de los objetivos previstos por el mando, logrando altos niveles de eficacia. 

Volviendo al origen de este breve artículo y dejando atrás la Comisaría de Vigo, al llegar 1993 y con él el Año Santo Jacobeo, se diseñó un dispositivo especial para esta eventualidad, poniendo a su frente al Comisario Avelino de Francisco, como jefe de la Comisaría de Santiago, quien aportaría todo lo aprendido en la Brigada de Seguridad Ciudadana de Vigo-Redondela. 

Este dispositivo se vio reforzado, además de con personal de las Escalas de Subinspección y Básica, procedente de otras plantillas alejadas de Galicia, y de Policías Alumnos en prácticas venidos desde la Escuela de Avila, con un Inspector Jefe y cinco Inspectores que completaron la plantilla reforzada de la ciudad. 

Pese a este refuerzo, fue necesario destacar, con carácter permanente, a la VIII Unidad de Intervención Policial habida cuenta de la celebración de gran cantidad de actos, incluso de Estado -visita de SS.MM. los Reyes y de otros dignatarios extranjeros-, espectáculos públicos de primer nivel internacional y, sobre todo, debido al notable incremento de visitas de peregrinos venidos de todas las partes del mundo, especialmente a lo largo de los meses de verano. 

El operativo diseñado, en materia de seguridad ciudadana, se sustentaba en dos pilares fundamentales. De una parte, la creación de un centro de coordinación de todo el dispositivo, con indicativo Nave-0, a cuyo frente se colocó al Inspector Jefe y a cuatro de los Inspectores agregados, en el sistema de cinco turnos, y la creación de tres Grupos Operativos de Prevención de la Delincuencia (G.O.P.D.). 

No se puede ocultar que esta figura, con llamada de radio “Nave 0”, además de tener asignadas muchas más atribuciones y cometidos, en especial en horario nocturno, modificaba sustancialmente la figura del hasta entonces Jefe de Sala que, en una plantilla como la de Santiago, no contaba con personal de la Escala Ejecutiva para colocar al frente. 

Vigilando en la plaza del Obradoiro

Podemos, por tanto, considerar que, de alguna manera, aquella experiencia sirvió para lo que, pasados algunos años, se convertiría en la figura del Coordinador de Servicios que funciona en una buena parte de las plantillas, quien ejerce la dirección de todos los servicios de una plantilla, especialmente en los turnos de noche, en los que no se dispone de otro personal de la Escala Ejecutiva salvo aquellos que tienen nombradas incidencias en sus respectivas Brigadas, si bien no se encuentran, salvo casos excepcionales, presentes en las dependencias policiales. 

Pero, si aquella figura de Coordinador, creada con motivo del “Xacobeo-93”, tuvo su proyección en posteriores Catálogos de puestos de trabajo, algo similar sucedió con los Grupos Operativos de Prevención de la Delincuencia que tan buenos resultados dieron en la fase crítica de aquel dispositivo. 

Herederos de las viejas Unidades Polivalentes, se convirtieron en una perfecta arma de trabajo para el mando, algo así como el mango de una tenaza con capacidad para cambiar las distintas versiones de la herramienta. 

Su versatilidad y, sobre todo, su capacidad operativa, permitieron su utilización en múltiples funciones a lo largo de aquellos meses en que duró la ejecución del dispositivo en todas sus fases. 

El número de integrantes era variable, su orgánica, sobre la base de un Inspector Jefe o un Inspector, contaba con tres Subinspectores y alrededor de treinta Policías, parte procedentes de la plantilla de Santiago y el resto del personal comisionado, entre ellos los Policías en prácticas. 

Los tres Grupos dependían directamente del Jefe de la Unidad de Seguridad de Ciudadana, en aquel tiempo el Inspector Jefe José Manuel Salgado, que llegaría, con el paso de los años, a Jefe Superior de Valencia; pese a ello, cada mañana, el Jefe de Grupo que estuviera de servicio acudía a la reunión matinal con el Jefe de la Comisaría, con el fin de recibir las pertinentes instrucciones. 

El servicio de estos Grupos se diseñó en base al llamado turno complementario, es decir, de lunes a domingo, en horario de mañana o tarde, con un día libre, al concluir cada ciclo. Pese a todo, se dispuso que el turno que trabajase de tarde aportaría una parte de sus efectivos a reforzar la noche en horario de “noche corta”, de 22,00 a 05,00 h., a cuyo frente se colocaba a un Subinspector. 

Los Grupos Operativos de Prevención, al igual que sucedía con las antiguas Unidades Polivalentes, tenían capacidad y medios para asumir, con bastantes garantías, como así sucedió, desde problemas de mantenimiento del orden público; espectáculos de masas; controles en los accesos a la ciudad y en sus principales avenidas; patrullaje urbano, incluso a pie para reforzar la presencia policial en las calles del centro urbano. 

Uno de los primeros objetivos que estableció el Comisario de Francisco, fue efectuar una limpieza a fondo, especialmente de venta al menudeo de estupefacientes, de las calles del casco antiguo, las más visitadas y de obligada concurrencia para los peregrinos que se esperaban, especialmente, a partir de primeros de julio. 

Por tal motivo se intensificó el patrullaje a pie por estas zonas, procediendo a la identificación de los habituales y a la incautación de las sustancias y, en su caso, a la detención de los presuntos autores de estos hechos, caso de proceder tal medida. 

Poco a poco, los objetivos se fueron cumpliendo. Se procedió a desplegar un total de tres dotaciones, con un Subinspector al frente, que abarcaban la totalidad de las calles del casco viejo. Incluso se recurrió, como se había hecho en Vigo con éxito, a estacionar las furgonetas, con las que estaba dotado el Grupo, en las plazas más céntricas, convirtiéndolas, por su valor disuasorio, en una dotación más, pese a encontrarse vacías. 

Cada uno de estos Grupos contaba con una dotación de paisano, utilizando para sus desplazamientos un vehículo “K” y convirtiéndose en los ojos de la Unidad ya que, merced a la discreción que acompaña a estos vehículos, era sencillo que detectasen cualquier tipo de infracción, dando cuenta, de inmediato, al mando del Grupo que disponía lo más conveniente en cada caso. 

Otra de las medidas que se adoptaron, habida cuenta de la comisión habitual de pequeños hurtos al descuido, fue la de desplegar diariamente, en las horas de mayor afluencia de público, un Subgrupo, con personal de uniforme y de paisano, en el interior de la Catedral, especialmente a las doce de la mañana, hora en la que se celebraba la Misa del Peregrino, con la siempre vistosa actuación del “Botafumeiro”. 

Junto a esto, se batieron los llamados “puntos negros”, logrando resultados muy satisfactorios que incrementaron tanto el número de detenidos como la intervención de sustancias y objetos procedentes de diversos hechos delictivos. 

Poco a poco, la versatilidad de estos Grupos se fue poniendo de manifiesto de manera especial a lo largo de los meses de verano que contaron con mayor afluencia de peregrinos. 

Aunque no solo se trabada de esto. No hay que olvidar que, al tratarse de Año Santo, es habitual que la Ofrenda Nacional al Apóstol, Patrón de España, la realice S.M. el Rey, con lo que ello trae aparejado a la hora de blindar la ciudad y establecer un dispositivo de protección de primer nivel. 

Pero no fue solo la visita de SS.MM. los Reyes, sino que varios mandatarios extranjeros, tanto europeos como hispanoamericanos, visitaron oficialmente la ciudad por aquellas fechas, exigiendo la adopción de medidas extraordinarias en cuyas fases también participaron estos Grupos Operativos. 

Con la llegada de julio, además del incremento de peregrinos, también llegaron las fiestas patronales de Santiago de Compostela, en las que se celebraron gran cantidad de actividades de carácter lúdico-cultural, muchas de ellas de primer nivel internacional que concitaron la presencia de miles de personas, exigiendo la activación de dispositivos específicos como en el caso de la noche del 24 de julio, con la quema de la magna sesión de fuegos, tradicional en esta noche, en la plaza del Obradoiro. 

Aquel mes de agosto, fue más de lo mismo, trabajando intensamente en el desarrollo del operativo especial diseñado para aquel Año Santo. 

Con la llegada de la segunda quincena de septiembre, fue descendiendo paulatinamente la llegada de peregrinos, sin embargo, a cambio, comenzaron a llegar los estudiantes matriculados en la prestigiosa Universidad compostelana, lo que obligó a intensificar los esfuerzos en las zonas de ocio de la parte nueva, controlando las grandes concentraciones estudiantiles, especialmente los jueves y viernes, en las calles y plazas más frecuentadas por ellos, sin olvidar el objetivo primordial del dispositivo. 

Paralelamente, durante toda la fase, se estableció un plan de controles en los accesos a la ciudad, con la finalidad de intensificar la presencia policial y sobre todo con objetivos disuasorios que sirvieron para los fines previstos. 

A finales de agosto, se conoció la intención de la Dirección General de la Policía de celebrar los actos de nuestros Patrones, los Santos Angeles Custodios, en la ciudad lo que motivó que se comenzase a trabajar sobre ello. Sin embargo, finalmente este proyecto no se hizo realidad y hubo que aguardar hasta 2004, un nuevo Año Santo Compostelano, fecha en la que sí Santiago de Compostela fue escenario de la celebración del Día de la Policía a nivel nacional. 

Además de todo lo señalado, a partir de finales de agosto, los Grupos de Prevención asumieron los servicios derivados de la disputa del Campeonato Nacional de Liga de Fútbol, en cuya segunda división militaba la Sociedad Deportiva Compostela que, por cierto, al final de aquella temporada alcanzaría el ansiado ascenso a la división de oro del Fútbol español y en cuyos encuentros también prestaron servicio estos Grupos, aunque esa es otra historia que nada tiene que ver con el “Xacobeo 93”. 

Estos Grupos Operativos de Prevención de la Delincuencia, un instrumento muy versátil y con capacidad para dar respuesta a determinada problemática delincuencial, se los llevó por delante el Plan “Policía 2000”, un engendró que sirvió de bien poco y que, pronto, afortunadamente, quedó olvidado, volviendo a los esquemas orgánicos tradicionales y ganando en operatividad. 

Lo cierto es que, si aquel “Nave 0” del que hemos hablado, sirvió, de alguna manera, como base para la ulterior creación de la figura del Coordinador de Servicios; aquellos G.O.P.D.s, fueron la antesala o el antecedente de las actuales U.P.R.s. y de los G.O.R.s., cuyas vacantes figuran en el Catálogo de puestos de trabajo. 

El éxito de aquel dispositivo fue incuestionable, acorde con la importancia del objeto a proteger, el “Xacobeo-93”, el auténtico resurgir del Año Santo Compostelano y que supuso, como se ha dicho, un antes y un después, un punto de inflexión en esta celebración socio-religiosa capaz de provocar grandes corrientes turísticas que acuden a Galicia, movidos por diferentes motivos, cada vez que el día de Santiago coincide en domingo. 

Uno a uno, se fueron logrando todos los objetivos previstos sin incidencia grave reseñable y así, al llegar al 31 de diciembre, con el cierre de la Puerta Santa y el final del operativo, el Mando felicitó a la Comisaría de Santiago de Compostela y en especial a su Comisario Jefe, Avelino de Francisco, por el éxito cosechado que sirvió de ejemplo para los “Xacobeos 99, 2004 y 2010” que le sucedieron, en los que otros asumieron los retos de aquel 1993 de tantas evocaciones personales. 

Hoy, transcurridos más de veinticinco años de aquel “Xacobeo”, pocos recuerdan el trabajo realizado y mucho menos a los que hicieron posible que el Año Santo de 1999 transcurriese con la normalidad que lo hizo; sirvan, pues, estas líneas como cariñoso homenaje a todos ellos y, de manera especial, al Comisario Avelino de Francisco, retirado ya de las funciones policiales y magnifico gestor de su localidad natal en la que lleva años ejerciendo como Alcalde. 

José Eugenio Fernández Barallobre, 

Inspector del .N.P., participante en el dispositivo “Xacobeo-93”. 
Artículo publicado en la revista "Policía".



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