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sábado, 12 de enero de 2019

1992. ETA asesina en Murcia al Policía Nacional Ángel García Rabadán

A la una menos veinte de la madrugada del 10 de febrero ETA asesinaba en Murcia al Policía Nacional Ángel García Rabadán mediante la colocación de un coche bomba que explotó junto a la Comandancia de la Guardia Civil de Murcia. 

La explosión se produjo en la calle de Diego Rodríguez de Almena, en el barrio de Vista Alegre. Ángel formaba parte de una patrulla policial que había acudido al lugar tras recibirse en la comisaría una llamada en la que un comunicante anónimo advertía en nombre de ETA de la existencia de un coche bomba en el lateral de la Comandancia de la Guardia Civil, en una zona donde se encontraban las viviendas de los funcionarios del instituto armado. Una dotación del 091, compuesta por los Policías Nacionales Ángel García Rabadán y Antonio Peñalver, se trasladó a la zona y cuando estaban observando con una linterna un coche Seat Ibiza matrícula de Alicante que les infundió sospechas, se produjo una tremenda explosión. El etarra José Luis Urrusolo Sistiaga accionaba en ese momento el artefacto explosivo por radio-control. La onda expansiva provocó su muerte en el acto del Policía García Rabadán. El agente Peñalver resultó afectado por la onda expansiva y tras recuperarse de la conmoción, buscó a su compañero, observando que éste se encontraba aún vivo a pesar de las heridas que tenía en todo el cuerpo, especialmente de cintura para abajo. Aunque llamó inmediatamente a una ambulancia, cuando ésta llegó el policía herido ya había fallecido. 

Policía Angel García Rabadán

El coche bomba, un Seat Ibiza había sido robado en Alicante y cargado con 20 kilos de amonal y dotado del mecanismo necesario para operar por radio control en algún lugar entre la capital alicantina y Murcia, según la policía. El vehículo pertenecía a una mujer que vivía en Alicante y la matrícula original del coche, A-4039-BH, fue cambiada por los terroristas por la A-6183-BP, que correspondía a otro Seat Ibiza propiedad de un vecino de la misma ciudad. 

La policía local acordonó la zona para evitar el acceso de vecinos que salieron de sus casas ante la fortísima explosión que se escuchó en toda la ciudad. Técnicos en desactivación de explosivos rastrearon la zona ante la posibilidad de que hubiera otros coches bomba. 

Minutos después se establecieron controles de carretera en distintos puntos de la región para intentar localizar un coche sospechoso, de color rojo, que salió precipitadamente de la zona de la explosión cuando ésta se produjo. 

En la Comandancia de la Guardia Civil de Murcia -sede también de la jefatura del Tercio con competencias para las provincias de Murcia, Alicante y Albacete-, se habían adoptado medidas cautelares de vigilancia desde el 10 de septiembre de 1990, cuando se produjo un atentado con coche bomba contra el cuartel de la Guardia Civil de Cartagena. 

Estado en que quedó el vehículo tras el criminal atentado

Desde entonces todos los laterales de la Comandancia de la Guardia Civil estaban protegidos con postes metálicos para impedir que se estacionasen vehículos. La zona donde se produjo la explosión se encontraba a unos 50 metros de la parte trasera de la Comandancia, donde se hallaban los bloques de viviendas de los funcionarios de la Benemérita. 

El atentado de Murcia se producía pocas horas después de que ETA anunciara en un comunicado que asumía la matanza de cinco personas el día seis de febrero en Madrid y anunciaba que pensaba seguir asesinando "hasta el siglo XXI". En ese atentado de Madrid ETA causó una nueva matanza y sembró el terror en las calles y plazas del centro de la capital. Tres capitanes, un soldado y un radiotelegrafista fueron asesinados en la explosión de un coche bomba activado por un comando de la organización terrorista vasca. El atentado se produjo en la plaza de la Cruz Verde, en el casco antiguo de Madrid y a unos centenares de metros de la Capitanía General y de otros edificios oficiales. 

La banda etarra respondía así al presidente del Gobierno, Felipe González, amenazando con continuar sus atentados hasta finales de siglo y durante el siglo XXI. El jueves seis de febrero, horas después de la masacre de Madrid, González aseguró con dureza que "aquellos que cometen atentados conocerán la cárcel cuando acabe este siglo y el siglo próximo". 

Funeral por el Policía asesinado

En el texto que publicaba el periódico Egin, la organización etarra afirmaba que no le intimidaban las declaraciones de Felipe González y, por tanto, no iban a cambiar su estrategia: "Queremos hacer saber al Gobierno español y a sus homólogos vascongado y navarro que las recientes declaraciones de su máximo representante, Felipe González, no intimidarán a Euskadi Ta Askatasuna ni le harán cambiar su estrategia". 

Los Reyes de España, don Juan Carlos y doña Sofía enviaron un telegrama de pésame a la viuda del policía Ángel García Rabadán. Unos mil estudiantes de enseñanza media, compañeros algunos del menor de los tres hijos varones del agente asesinado, efectuaron una sentada ante la Delegación del Gobierno. 

Cerca de siete mil personas se concentraban en el interior y alrededores de la catedral de Murcia para participar en los funerales por Ángel García Rabadán, que fueron presididos por el ministro del Interior José Luis Corcuera, por el presidente de la comunidad autónoma de Murcia, Carlos Collado, por familiares de la víctima y por todas las autoridades civiles, policiales y militares de la región. El ministro Corcuera llegó al templo fuertemente escoltado y fue increpado duramente por numerosos ciudadanos. Toda la ciudad guardó un minuto de silencio a las 11 en memoria del policía asesinado. Los alrededores de la catedral, fuertemente custodiados por efectivos de la Policía Nacional, se fueron llenando de murcianos que profirieron gritos contra Eta y gritos y vivas a España, a la Policía Nacional y Guardia Civil. 

Entierro del Policía García Rabadán

El obispo de Murcia, Javier Azagra, calificó de "drama doloroso" las consecuencias del atentado y solicitó solidaridad "en estos momentos de tristeza". 

El féretro, envuelto en la Bandera Nacional, fue sacado a hombros de la catedral por compañeros de la víctima y miembros de la Guardia Civil y Urbana a los acordes de la Muerte no es el final y el toque de Oración en nuestros ejércitos, Una vez finalizada esta, la multitud inició un largo y prolongado aplauso al tiempo que lanzaba gritos de "ETA asesina", e insultaba y abucheaba al ministro. 

El ataúd recorrió varias calles de Murcia a los acordes de la marcha fúnebre que interpretó la Unida de Música de la Policía Nacional. Al llegar ante la Comisaria de Policía de Murcia, donde se detuvo la comitiva durante un instante, se produjo un profundo silencio, mientras numerosos compañeros de la víctima no podían contener sus lágrimas. Fue sin duda uno de los momentos más emotivos del entierro del Policía Ángel García Rabadán. 

Ángel García Rabadán fue cristianamente sepultado en el cementerio de Nuestro Padre Jesús, adonde se trasladaron varios centenares de personas y despidieron al policía asesinado con gritos de Viva España y de Ángel García Rabadán ¡presente!. 

El Ayuntamiento de Murcia nombró hijo predilecto de la ciudad al servidor del oren asesinado. 

Cuatro días después, el 14 de febrero de 1992, unas cincuenta mil personas se manifestaron en las calles de Murcia, con el apoyo de todos los grupos políticos con representación en la Asamblea Autonómica: PSOE, PP e IU en repulsa del asesinato de Ángel García Rabadán y contra el terrorismo de Eta. 

El comando Levante etarra que asesinó a Ángel García Rabadán, lo conformaban, además de Urrusolo Sistiaga, Idoia López Riaño alias “La Tigresa”, Fernando Díaz Torres, Jesús Narváez Goñi alias “Pajas”, Itziar Alberdi Uranga, alias “María” e Idoia Martínez García alias “Alba”. 

La Policía Nacional detuvo en marzo de 1992 en Tarragona al miembro del comando itinerante de ETA, Fernando Diez Torres, y localizaba dos pisos -uno en dicha capital y otro en Valencia- y una furgoneta-refugio de dicho grupo que contenía abundante material para realizar atentados. En 1994 el etarra Fernando Díaz Torres fue condenado por el asesinato de García Rabadán a 30 años de reclusión mayor. 

Fernando Díez Torres, condenado por un total de siete asesinatos cometidos a principios de los noventa, principalmente en Barcelona, fue excarcelado en julio de 2012 de la prisión lucense de A Lama, después de que el Tribunal Supremo (TS) diese el visto bueno a su puesta en libertad, en función del criterio establecido por el Tribunal Constitucional cuando anuló la aplicación de la "doctrina Parot" a varios presos etarras. 

Entierro del Policía asesinado

El 24 de agosto de 1994 la policía francesa detenía a Idoia López Riaño, alias Margarita y la Tigresa, acusada de 23 asesinatos, cuando conducía un automóvil cerca de Aix-en-Provence y llevaba encima una pistola Browning, además de unos papeles falsos que la acreditaban como una residente del País Vasco. A la Tigresa, le seguían la pista desde hacía años la Policía Judicial francesa y agentes españoles. López Riaño, histórico miembro del comando Madrid, sería condenada por el asesinato de Ángel García Rabadán, así como por otros 22 asesinatos, sumando un total de más de 2.000 años de cárcel, siendo entre otros responsable y participante del atentado perpetrado el 14 de julio de 1986 en la plaza de la Republicana Dominicana de Madrid, en el que fueron asesinados 12 guardias civiles, o del atentado frustrado contra el entonces presidente del Tribunal Supremo (TS) Antonio Hernández Gil, su escolta y su chófer. Cumpliría 23 años de condena, uno por cada crimen. El 13 de junio de 2017 y una vez que "La Tigresa" fuese una de las etarras arrepentidas que se había acogido a la vía Nanclares tras su renuncia a la violencia y su desvinculación plena de ETA, de la que decidió apartarse en 2010, salía de la cárcel alavesa de Zaballa en Naclares de Oca. 

En 1997 la gendarmería francesa había establecido un control en una pequeña carretera, entre los pueblos de Sainte Foy la Grande (Gironda) y Miramont de Guyenne (Lot-et-Garonne). José Luis Urrusolo Sistiaga, que conducía un Fiat Tipo con matrícula falsa M-7531-ST, fue capturado tras 10 minutos de persecución, cuando se salió de la calzada. Varios coches policiales se lanzaron inmediatamente tras el fugitivo. La persecución se prolongó durante cuatro kilómetros, hasta que Urrusolo perdió el control de su automóvil y cayó a una cuneta en las cercanías de Marqueron. El etarra quedó conmocionado durante unos instantes, lo que dio a los gendarmes el tiempo necesario para reducirle sin necesidad de utilizar sus armas al inmovilizarle cuando intentaba sacar una pistola de una bolsa de viaje. Era una pistola de perdigones, manipulada para disparar munición del calibre 22 largo. Atrapado, Urrusolo confesó su identidad: "Han hecho ustedes una bonita captura; soy un importante dirigente de ETA", dijo a los policías. Urrusolo habló siempre en francés y se negó expresamente a hacerlo en español, pese a que alguno de los agentes era hispanohablantes. 

El jefe etarra transportaba en su bolsa abundantes documentos falsos: pasaportes, permisos de conducir, carnés de prensa e incluso identificaciones policiales. Lo que no llevaba Urrusolo era la documentación del Fiat Tipo, sustraído 24 horas antes, al que le había acoplado una falsa matrícula de Madrid. 

En febrero de 2016, el antiguo miembro de ETA José Luis Urrusolo Sistiaga, salía de la prisión alavesa de Zaballa y quedaba definitivamente en libertad tras cumplir 19 años de cárcel de los más de 900 años a los que había sido condenado. Urrusolo Sistiaga "el hombre de las mil caras" por su habilidad para camuflarse, redimió pena por estudios y trabajo, y el Tribunal Supremo tuvo en cuenta los seis años cumplidos en Francia, donde fue detenido en 1997, para descontarlos de su condena. Urrusolo, expulsado de la banda terrorista, se acogió a la vía Nanclares, a la que se adhirieron otro etarras partidarios del fin del terrorismo. 

En febrero de 2014 la Policía Nacional y las autoridades policiales mexicanas detenían en Méjico a los etarras Juan Jesús Narváez Goñi, alias Pajas, y a Iciar Alberdi Uranga, alias María, a quienes se consideraba como los miembros de la banda terrorista ETA reclamados por la Justicia con mayor número de asesinatos cometidos. 

Las detenciones se llevaron a cabo en Puerto Vallarta, en el Estado mexicano de Jalisco, en una operación conjunta de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CICEN) de México. 

Ambos etarras habían huido tras ser desarticulado el comando Ekaitzde la organización terrorista, con el que llegaron a cometer 18 asesinatos en un solo año. Llevaban 22 años en paradero desconocido. Narváez Goñi e Iciar Alberdi cumplen en la actualidad condena. 

Idoia Martínez García, extraditada desde Francia en 2003 tras ser detenida en 1997, cumple en la actualidad condena 

El atentado contra Ángel García Rabadán fue el único que tuvo lugar en Murcia con resultado de muerte. Sin embargo, 41 murcianos fueron víctimas directas de la violencia etarra: 14 fallecidos y 27 heridos en atentados. 

El Policía Nacional Antonio Peñalver Pérez, que acompañaba ese fatídico día a Ángel García Rabadán, pudo contar pasados los años como ETA intentó matarlo, pero no lo consiguió. “Nunca se me olvidará ese día. Ángel y yo teníamos que inspeccionar un vehículo tras un aviso de bomba. Cuando estábamos haciendo nuestro trabajo, explosionó. Ángel murió, pero yo me salvé. A mí la onda expansiva me lanzó por los aires y me tiró al suelo”. “A raíz del atentado me jubilaron”. 

Ángel García Rabadán tenía 47 años y era natural de Rincón de Beniscornia (Murcia). Estaba casado con Francisca Guerrero y tenía tres hijos: Ángel, Francisco Javier y José Antonio. Había sido condecorado en 1989 por su actuación en un incendio en Murcia en el que salvó la vida de dos niños. 

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió a Ángel García Rabadán la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedió también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo. 

Carlos Fernández Barallobre. 

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