Minutos después de las siete de la tarde del día 29 de septiembre la banda terrorista ETA asesinaba en Irún (Guipúzcoa) al Policía Nacional Juan Pedro González Manzano mediante una bomba colocada debajo del asiento del conductor de su coche particular. La bomba hacia explosión cuando el funcionario policial entraba con su coche en el cuartel del Cuerpo Nacional de Policía de Irún, junto al antiguo hospital asilo en la parte vieja de la ciudad, y se disponía a aparcar el vehículo en el patio del acuartelamiento. Juan Pedro falleció en el acto.
El artefacto explosivo había sido colocado en los bajos del coche del agente dos días antes en Basauri. Así lo reconoció la banda asesina en el comunicado de reivindicación del atentado publicado por el diario Egin el 17 de octubre. Sin embargo, el dispositivo de iniciación falló, por lo que Juan Pedro llevó durante cuarenta y ocho horas la bomba sin percatarse de ello. Los turnos que realizaba el agente le habían permitido que el día anterior a su muerte se encontrase en Basauri, lugar en el que, según todos los indicios, fue colocado el artefacto. El vehículo fue conducido por el policía por las calles de Bilbao y, el día de su asesinato, por la autopista Bilbao-Behobia, donde recorrió muchos kilómetros, y por diversas zonas de Irún. Finalmente, la bomba se activó de forma espontánea cuando entraba en el cuartel de la ciudad fronteriza.
Policía Juan González Manzano |
La explosión, que causó la muerte del policía, se produjo en torno a las 19.15, en el momento en el que Juan Pedro González Manzano entraba en el patio del cuartel de la Policía Nacional en Irún y cuando éste se encontraba aparcando el automóvil. En medios policiales se pensó en un principio que la bomba había sido accionada con mando a distancia; sin embargo, se pudo comprobar posteriormente que esta hipótesis era errónea, dado que horas después de la explosión ETA avisó de que en Basauri se encontraba un coche con un artefacto que no había hecho explosión y que estaba circulando. Concretamente en la central de la Asociación de Ayuda en Carretera (DYA) de Vizcaya, a las 0.32 del 30 de septiembre se recibió una llamada en nombre de ETAm en la que se comunicaba que en Basauri, en la zona de Pozokoetxe, había un R-14 de color rojo con matrícula de Murcia y cuya letra final era O con un artefacto que no había explotado. Los datos coincidían con los del vehículo de Juan Pedro González.
Antes de conocerse la llamada de ETA a la central de DYA en Vizcaya, según indicaron fuentes policiales, se pensó que esta organización había comenzado a utilizar una nueva técnica en sus atentados terroristas. Este método consistía en introducir a través de los vehículos particulares de los agentes de policía un artefacto y accionarlo en el momento en el que éste se encontraba en el interior de un recinto.
Estado del vehículo del Policía González Manzano tras el atentado |
Los funerales por el policía asesinado en Irún, Juan Pedro González Manzano, previstos para el día siguiente a la tarde en la parroquia de los Agustinos de Bilbao, no se celebraron por expreso deseo de la familia del agente fallecido. Ese deseo fue respetado y aceptado por el Gobierno Civil de Vizcaya. El féretro con el cadáver de Juan Pedro González Manzano fue expuesto en el Gobierno Civil de Vizcaya para que sus compañeros pudieran despedirle. Asimismo, tuvo lugar un responso litúrgico al que sólo tuvieron acceso familiares y amigos. A las seis de la tarde se convocó también un funeral en la parroquia San José Obrero de Irún, próxima al lugar donde se produjo el asesinato. Inmediatamente después, el féretro fue trasladado al aeropuerto de Sondica, desde donde un avión lo trasladó hasta Murcia puesto que la familia quiso que el funeral y entierro tuvieran lugar en la localidad de Espinardo.
El Ayuntamiento de Irún condenó el asesinato del agente de Policía y arremetió duramente contra Herri Batasuna, a la que calificó de "partido fascista que jalea y sostiene las acciones de ETA". Los concejales de HB presentaron una moción alternativa que fue rechazada por el resto de los partidos políticos. Atendiendo a la convocatoria del consistorio, varios miles de personas se manifestaron a las siete de la tarde por las calles de Irún en repulsa por el asesinato de Juan Pedro González.
El cadáver de Juan Pedro González Manzano, recibió sepultura en el cementerio de Espinardo, tras un acto religioso al que asistieron la práctica totalidad de los vecinos de la pedanía de El Puntal, donde Juan Pedro había nacido hacía 33 años. Los restos de González Manzano llegaron en la noche del sábado 30 de septiembre desde Bilbao, a la casa de sus padres, desde donde fueron trasladados al día siguiente a la iglesia de Santa Cruz, distante unos 300 metros. Entre el domicilio de su familia y el templo, se habían concentrado los vecinos de la pedanía de El Puntal, que presenciaron en silencio el paso del cortejo fúnebre y prorrumpieron en aplausos, cuando el féretro, cubierto con la bandera de España, fue introducido y sacado del templo a los acordes del himno Nacional. Al acto religioso asistieron el presidente del gobierno autónomo murciano, Carlos Collado; el director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado; el delegado del Gobierno en Murcia, Juan Manuel Eguiagaray; el gobernador civil de Vizcaya, Daniel Vega, y el presidente de la Asamblea Regional, Miguel Navarro.
Antes del acto religioso, un amigo del policía asesinado leyó desde el altar de la iglesia “una carta de unos amigos de Juan Pedro” en la que se afirmaba: “No han robado un amigo en circunstancias inútiles, en nombre de la libertad, y nosotros nos preguntamos ¿qué libertad es esa?”. El obispo de la diócesis de Cartagena-Murcia Javier Azagra que ofició la ceremonia, se dirigió a los familiares del policía asesinado y aseguró que “todo Murcia, toda España y todos los compañeros de Juan Pedro están con vosotros”. Terminado el acto religioso, el féretro fue sacado a hombros por familiares y amigos y, entre los llantos de la esposa y demás familiares, trasladado al cementerio del Santo Cristo de la Salud, en la pedanía de Espinardo, muy próxima a la del Puntal, donde recibió cristiana sepultura.
La Audiencia Nacional en sentencias dictadas en 1993 y 1995, probó que el etarra José Luis Martín Carmona, alias Koldo, fue quien hizo el seguimiento de los hábitos del agente de Policía, y que otro etarra, Fernando del Olmo Vega confeccionó el artefacto explosivo que acabó con su vida. Ambos, junto a Inmaculada Pacho Martín, fueron condenados a penas de 28 años de reclusión mayor como autores criminalmente responsables de un delito de atentado con resultado de muerte.
José Luis Martín Carmona, Koldo, fue detenido por la Ertzaintza en noviembre de 1994. La policía vasca desarticuló su comando después de que Carmona y dos liberados (a sueldo de la banda terrorista) más intentaran asesinar a un sargento de Infantería en la localidad vizcaína de Larrabetzu. El militar abrió fuego al verse encañonado por dos etarras, que huyeron a escape y disparando. Los terroristas lograron llegar tras sufrir un accidente de tráfico y robar un coche a Loiu (Vizcaya), donde la Ertzaintza les cortó el paso. En un segundo tiroteo moría el etarra Ángel Irazabalbeitia y resultaban heridos el agente Jesús Marzán Otero y la activista Lourdes Txurruka.
Koldo Martín Carmona, quedó en libertad en octubre de 2014. En un auto firmado por el juez de la Audiencia José Luis Castro, se destacaba que el preso Martín Carmona se había desvinculado de la banda y había pedido perdón a las víctimas. La Fiscalía General del Estado se había manifestado en contra de la libertad de Martín Carmona. En enero de 2011 la banda terrorista ETA expulsó de su organización a Martín Carmona quien a requerimiento del juzgado, escribió en diciembre de 2010 una carta en la que aseguraba estar "profundamente arrepentido de los delitos" cometidos y decía también sentir "mucho el daño causado" a sus víctimas. En esa misiva, en la que afirmaba estar "totalmente desvinculado de la banda terrorista ETA", también decía que iba a hacer todo lo posible por "hacer frente a la responsabilidad civil" y garantizó que tenía "un proyecto de vida en el que no tiene ninguna cabida la actividad terrorista". La banda terrorista, marxista y asesina lo tildó de traidor y chivato.
Por su parte el etarra Fernando del Olmo Vega fue detenido en 1991. En octubre de 2015 el pistolero quedó en libertad, saliendo de la cárcel de Almería donde cumplía condena, tras permanecer en prisión 24 de los más de 500 años a los que fue condenado por participar en nueve asesinatos, entre otros muchos crímenes. Ni pidió perdón ni se arrepintió de forma pública por sus fechorías y por el daño causado. De no ser por la decisión de la Corte Europea, que abolió la doctrina Parot, este terrorista habría salido en libertad en 2020.
En cuanto a Inmaculada Pacho Martín, condenada en nueve sentencias a penas que sumaban 500 años de cárcel por cinco asesinatos, fue detenida en Bilbao en enero de1991 junto a Fernando del Olmo. En noviembre de 2013 quedó en libertad al abolirse la doctrina Parot.
Juan Pedro González Manzano, casado y con una hija de corta edad, residía en la localidad vizcaína de Basauri y estaba destinado por un mes como agregado a la frontera hispano francesa de Irún. Le faltaban dos días para regresar a su destino en la Jefatura de Policía de Bilbao. Anteriormente, había estado destinado en el Gobierno Civil de Vizcaya, donde efectuó labores como guardaespaldas del anterior gobernador civil, Iñaki López. Un hermano de Juan Pedro, también policía nacional, contó que sólo le quedaban tres días de servicio en el País Vasco antes de que lo trasladasen a su nuevo destino en la localidad murciana de Molina de Segura.
En unas jornadas organizadas por Gesto por la Paz en noviembre de 2009 se pudo oír, entre otros, el testimonio de la viuda de Juan Pedro González Manzano, Isabel Regaliza que declaró al diario El Correo que en 1968 ella y su familia habían viajado desde Palencia hasta Basauri, donde conoció al que sería su marido. "Me casé a los 24 años y mi vida cambió por completo sólo porque él era policía". Muchos de sus amigos dejaron de serlo y ella llegó incluso a tender el uniforme recién lavado de su marido entre sábanas para que la gente no lo viera. Se enteró por televisión que se había producido un atentado en Irún. "Ha sido mi marido", pensó. Isabel dijo que no volvería nunca al País Vasco y denunció que no tuvo ninguna ayuda, "hasta me pagué yo el psicólogo".
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Juan Pedro González Manzano la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Carlos Fernández Barallobre.
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