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domingo, 2 de septiembre de 2018

1988. EL GRAPO asesina en Madrid al Policía Nacional Bernardino Ortega Ransad

A las 9,25 minutos de la mañana del miércoles 4 de octubre, dos hombres y una mujer, miembros de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (Grapo), asesinaban a tiros al Policía Nacional Bernardino Ortega Ramsad, durante un asalto perpetrado a una oficina del Documento Nacional de Identidad situada en la calle Santa Engracia de Madrid, en la que sustrajeron 520 carnés de identidad en blanco. 

Los tres terroristas llegaron a la oficina a las 9.25 de la mañana en un vehículo que aparcó frente a las dependencias del DNI. Los miembros del comando se dirigieron a la puerta y uno de ellos, sin mediar palabra, disparó contra el agente Bernardino Ortega Ramsad, de 47 años, que estaba custodiando la entrada. El Policía Nacional fue rematado en el suelo y los Grapo le robaron su pistola. El agente recibió dos impactos: uno en el costado y otro que le atravesó la cara a la altura del pómulo. 

Policía Bernardino Ortega Ransad

El otro policía de guardia, José María Herrero Torres, que se encontraba en el interior de la oficina, corrió en ayuda de su compañero, encontrándose de frente a un individuo que empezó a disparar contra él. Herrero, que repelió la agresión con su arma reglamentaria se pudo refugiar en uno de los despachos, hasta donde le persiguió el otro terrorista, quien efectuó dos disparos más. Una de las balas alcanzó al Policía Herrero en el muslo. 

Una de las asaltantes, una mujer, morena con media melena y vestida de negro, aprovechó la confusión y se dirigió hacia el último mostrador para sustraer un paquete con los DNI en blanco. Los funcionarios que atendían el mostrador se tiraron al suelo mientras se sucedían los disparos. 

El medio centenar de personas que estaba en la oficina, guardado su turno, se echó al suelo mientras actuó el comando, para incorporarse inmediatamente después de que los asaltantes abandonaran el lugar. 

Uno de los testigos presenciales describió con todo detalle a uno de los participantes en el atentado: "era un hombre rubio, de 1,70, con bigote, camisa azul a rayas y unos vaqueros claros". “El segundo hombre vestía cazadora negra, era moreno y de baja estatura. Los dos hombres y la mujer, que tenían entre 20 y 30 años, huyeron a través de una puerta en la que figuraba un cartel de "Prohibido el paso" que comunicaba con la calle. 

Este hecho indujo a la policía a pensar que los terroristas ya habían visitado con anterioridad las oficinas del Documento Nacional de identidad. En ese pasillo el ordenanza Vicente Sánchez fue encañonado por uno de los hombres, que le dijo: "Quédate quieto o te pego un tiro". Pese a ello, Vicente salió corriendo y llegó a la puerta donde yacía el policía Ortega tirado en el suelo. 

Una vez perpetrado el atentado los terroristas huyeron a pie por la calle de Santa Engracia para continuar por la de Zurbarán, pero ninguno de ellos pudo ser detenido. Los terroristas se subieron un vehículo Seat 124, que les recogió en los alrededores. 

Bernardino Ortega ingresó cadáver a las diez de la mañana en el hospital de la Cruz Roja a causa de una herida por arma de fuego, con orificio de entrada en zona malar izquierda y con orificio de salida en zona malar derecha. Una hora después su cuerpo fue trasladado al Instituto Anatómico Forense donde le fue practicada la autopsia. 

Apenas un cuarto de hora después del atentado, la policía con numerosos vehículos y dotaciones policiales acordonó la zona. Se instalaron controles en numerosas salidas de Madrid en un intento de capturar a los asesinos. Con una ausencia total de humanidad y generosidad ante el dolor, varios ciudadanos que habían acudido a las oficinas del DNI pretendieron formar de nuevo colas para recoger y tramitar sus documentos. Es obvio que se impuso el sentido común y las oficinas se cerraron a cal y canto a fin de que los equipos del gabinete de identificación de la Policía realizasen su trabajo. 

Un comunicante anónimo asumió esa misma noche en nombre de los Grapo la autoría del atentado en una llamada a la cadena SER. 

La capilla ardiente de Bernardino Ortega quedó instalada en el cuartel de la Policía Nacional en Moratalaz (Madrid). Su viuda solicitó a los mandos de la Policía Nacional que no quería ver "a nadie del Gobierno ni de la Prensa". "Sólo quiero una insignia de la Policía", añadió. 

Al día siguiente en el mismo acuartelamiento se celebraba el funeral por el alma de Bernardino. Por expreso deseo de la familia no estuvieron presentes miembros del Gobierno y no se permitió la entrada a los medios informativos. Al funeral que fue oficiado por el capellán del acuartelamiento, Luis María González, asistieron sobre mil personas, entre los que se encontraban la viuda del Policía Nacional asesinado, sus dos hermanos, numerosos compañeros de la Policía Nacional, Guardia Civil y Ejercito, así como el director General de la Policía José María Rodríguez Colorado y la delegada del Gobierno en Madrid, Ana Tutor. A lo largo de la Misa se sucedieron momentos de gran emoción y dolor protagonizados por la viuda, familiares y compañeros. Más de veinticinco coronas de compañeros, rodeaban al féretro, que se situó, envuelto con la bandera Nacional y con la gorra puesta encima, delante del altar. 

Al término de la ceremonia, y ya fuera del acuartelamiento, se produjeron varios incidentes entre familiares e informadores gráficos y cámaras de televisión, pidiéndoles que respetase el dolor y que abandonaran el lugar. 

Un grupo de personas que se encontraban a las puertas del acuartelamiento de la policía de Moratalaz (Madrid), abucheó al director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado, cuando salía de las honras fúnebres. El grupo dio vivas a España, a la Policía y prorrumpió en aplausos cuando el coche funerario salió para dirigirse hacia la localidad soriana de Boos, donde sería enterrado Bernardino. 

El ministro del Interior, José Luis Corcuera, que no asistió al funeral, confirmó es día, en declaraciones a Antena 3, que los autores del asesinato eran miembros de los Grapo y expresó su confianza en que los asesinos fuesen detenidos. 

Los restos mortales fueron enterrados en la localidad de Boos (Soria), pueblo natal del fallecido, de sólo 40 habitantes. El cortejo fúnebre, compuesto por numerosos vehículos, en los que viajaban la viuda, hermanos y otros familiares, llegó a las dos de la tarde. Los padres de Bernardino no pudieron desplazarse desde Barcelona, donde residían, debido a su avanzada edad, temiéndose, al estar muy afectados, por sus vidas. El silencio, la contenida emoción y dolor marcaron el funeral que se ofició en la Iglesia parroquial de Boos que se hallaba repleta de compañeros y amigos del servidor del orden asesinado que, posteriormente, sería enterrado en un nicho familiar del camposanto de la pequeña localidad soriana. 

Bernardino estaba casado y era padre de dos hijas, Lidia e Irene, de 8 y 15 años de edad. Había ingresado en el cuerpo en 1965 y llevaba destinado en la oficina del DNI desde 1985. 

Tras el asalto, la policía identificó a dos de los autores del atentado y asalto a la oficina madrileña del DNI, que costó la vida al Policía Nacional Bernardino Ortega como Laureano Ortega Ortega y Encarnación León Lara, miembros del comando de los Grapo que ya habían realizado distintas acciones en Gijón y La Coruña, donde habían asesinado, cinco meses antes, el 27 de mayo de 1988, al empresario coruñés, el recordado Claudio San Martín. El otro componente del comando que intervino en la acción madrileña no pudo ser identificado. 

Meses antes, el 10 de diciembre de 1987, Encarnación León, acompañada en esta ocasión por otra sanguinaria militante de los GRAPO, María Jesús Romero, habían logrado huir tras herir al empleado de banca, Leopoldo Fernández Jardón, a quien confundieron con el director regional del Banco de Bilbao, al que pretendían secuestrar. 

El 15 de agosto de 1988, el Policía Nacional Exticio Blanco Merino resultaba gravemente herido en el Berrón, cerca de Oviedo, cuando procedía a identificar a Laureano Ortega y a otro presunto miembro del comando Coruña. Ambos lograron huir y, según la policía, el acompañante de Ortega era el único miembro del comando que quedaba por identificar. 

Laureano Ortega Ortega, responsable, según la policía, del comando Coruña de los Grapo, fue detenido en Madrid por vez primera el 23 de enero de 1981, acusado de participar en el asesinato del guardia civil Ricardo López Castiñeiras en la calle Cuba de La Coruña el 20 de noviembre de 1980, quedando libre por falta de pruebas y reenganchándose de nuevo a las acciones terroristas. En diciembre de 1992 la Guardia Civil desmanteló en Santander al comando central de los, GRAPO, único grupo operativo de esa banda terrorista, dedicado a recomponer sus maltrechas finanzas a base de atracos y extorsiones. La detención de la cúpula de ese grupo se produjo cuando acababa de asaltar un furgón blindado con la recaudación del supermercado Pryca- con un botín, que se recuperó, de 81 millones- en la capital cántabra. Tras un intenso tiroteo, la Guardia Civil detuvo a Laureano Ortega Ortega y a Encarnación León Lara que resultó gravemente herida en la refriega, al recibir un disparo en la axila con salida por el pecho que no afectó al pulmón. La Guardia Civil consiguió detener unos minutos después del tiroteo a otra joven que esperaba a los activistas en un coche, Se trataba de Elvira Diéguez, que portaba documentación falsa. El vehículo que ocupaban, un Renault- 11, matrícula de Santander 8258-L, había sido alquilado a la empresa Automóviles M. Alonso, SA, de Santander. y Elvira Diéguez Silveira. 

En 1994 Laureano Ortega fue condenado a 11 años de prisión por haber colocado dos bombas en la vía férrea Madrid-Badajoz, a otros 15 años por pertenencia a banda armada y por el robo en 1991 de las armas de dos vigilantes jurados en Zaragoza y a 36 años más por robar más de 122 millones de pesetas en una entidad bancaria tras secuestrar al apoderado de la misma. 

En 1995, la Audiencia Nacional lo condenó a 27 años de prisión por atentar, en 1990, contra unas instalaciones petroleras de Repsol en Tarragona y planear el secuestro de un empresario madrileño, y en 1996 lo condenó a 26 años por el asesinato del empresario coruñés Claudio San Martín, quien se había negado a pagar el "impuesto revolucionario" exigido por la banda en La Coruña en mayo de 1988. 

En diciembre de 2013 Laureano Ortega abandonó el Penal de Puerto de Santa María III en Cádiz tras cumplir 21 años de reclusión, al aplicar la fiscalía la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) que anulaba la aplicación de la doctrina Parot. 

Por su parte Encarna León Lara, salía en la tarde del 20 de noviembre de 2013 de la prisión murciana de Campos del Río en cumplimiento de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo que anulaba la retroactividad de la doctrina Parot, tras pasar 21 años encarcelada. León Lara, había sido condenada a 98 años de cárcel por pertenencia a banda armada, y atentado con muerte y asesinato y tenía previsto con la aplicación de la doctrina Parot abandonar la cárcel en 2020. 

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió a Bernardino Ortega la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo. 

Carlos Fernandez Barallobre. 

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