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sábado, 11 de agosto de 2018

1987. Fallece en Baracaldo el Policía Nacional Vicente Montoya Salazar herido en atentado de ETA

El Policía Nacional Vicente Montoya Salazar, de 42 años, que se encontraba en estado crítico desde que el pasado 25 de septiembre sufriera un atentado, fallecía a las 12,30 del mediodía del día 2 de octubre, en el hospital de Cruces (Baracaldo) donde permanecía internado. El fallecimiento fue conocido cuando las autoridades y miembros de la Policía Nacional se encontraban en una Misa celebrando la festividad del Santo Ángel de la Guarda, Patrón de la Policía. Por este motivo fue suspendido un acto posterior que iba a tener lugar en céntrico un hotel de Bilbao. 

Vicente Montoya quedó gravemente herido a consecuencia de la explosión de una bomba lapa colocada bajo su vehículo. El vehículo del agente, un Renault 12, estaba aparcado en las inmediaciones de su domicilio, en el barrio de La Paz de Baracaldo. Hacia las 23:00 horas del 25 de septiembre Vicente Montoya se montó en su coche, para dirigirse al trabajo. La bomba estalló cuando el agente accionó el contacto del coche. La explosión provocó la amputación de las dos piernas del agente, al mismo tiempo que causó heridas a su esposa, que se encontraba también junto al vehículo. 

Policía Vicente Montoya Salazar

En el hospital de Cruces, a donde fue trasladado tras el atentado, se facilitó el primer parte médico en el que se indicaba que el herido, además de la amputación de las piernas, sufría traumatismo craneoencefálico, contusión pulmonar con limitación respiratoria que precisaba ventilación mecánica, erosiones y quemaduras varias. El herido quedó desde el primer momento en situación crítica, La esposa del agente, cuyo estado fue calificado de grave, evolucionó favorablemente. 

El funeral por Vicente Montoya Salazar, se celebró al día siguiente en Bilbao en un ambiente de serenidad y dolor. En el acto religioso estuvieron presentes el director general de la Policía, José María Rodríguez Colorado; el delegado del Gobierno en el País Vasco, Julen Elgorriaga el vicepresidente del ejecutivo autónomo, Ramón Jáuregui; Gobernadores Civil y Militar de Vizcaya; y otras autoridades. Asistieron también mandos de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil, la Policía Nacional y la Ertzaintza. El féretro llegó al templo procedente del acuartelamiento de Basauri, donde estuvo instalada la capilla ardiente. Una bandera española cubría el ataúd, que fue recibido a los sones de una marcha fúnebre, interpretada por la banda de música del Cuerpo Nacional de Policía. Acompañaban al féretro los familiares del policía asesinado, así como compañeros del Cuerpo y miembros de la Benemérita, que lo transportaron a hombros. 

Durante la homilía, el sacerdote resaltó el carácter amoral de la muerte de Vicente Montoya, y recordó a los dos guardias civiles asesinados hacía un mes en Guernica, a los que calificó de “crueles y viles atentados”. El celebrante señaló que no tenía palabras para definir “la cobardía que se esconde tras un coche camuflado y asesino” e hizo una apelación a los presentes “para no perder la calma. Nos faltan palabras de condena, porque ya son muchas las que se han dicho”. Finalmente recordó el mensaje de condena del terrorismo hecho por el Papa para que “el terrorismo no halle el respaldo de personas que se dicen católicas“, así como el reciente mensaje papal enviado al Orfeón Donostiarra en el que deseo una pronta paz para el País Vasco. 

Finalizada la Santa Misa, el féretro fue conducido al exterior del templo, mientras sonaba el Himno Nacional, la Marcha La Muerte no es el Final y el toque de oración en nuestros Ejércitos. Una ingente multitud que había asistido a las honras fúnebres despidió el féretro del Policía Nacional asesinado con grades aplausos y gritos de Viva a España y vivas a la Policía Nacional. 

Vicente Montoya Salazar, natural de la localidad alavesa de Nánclares de la Oca, tenía dos hijos de corta edad de su matrimonio con Crescencia García. Estaba adscrito al servicio de escoltas de la Jefatura Superior de Policía de Bilbao. Con este fallecimiento se elevaban a 38 el número de víctimas mortales provocadas por acciones terroristas de ETA en lo que iba trascurrido de año. De esta cifra, diez eran miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado, uno militar y los 27 restantes paisanos. 

En diciembre de 2004 el Ayuntamiento de Baracaldo entregó a título póstumo la Medalla de Oro de la Anteiglesia a las catorce víctimas del terrorismo asesinadas en ese municipio o nacidas allí. Al acto no asistieron los concejales del Partido Nacionalista Vasco (PNV) ni los de Eusko Alkartasuna (EA), ausencia que fue lamentada por el alcalde, el socialista Tontxu Rodríguez. 

Según fuentes del Ministerio del Interior, uno de los etarras que participó en el asesinato de Vicente Montoya Salazar fue Félix Ignacio Esparza Luri, detenido en Francia el 3 de abril de 2004 en una operación conjunta de la Policía francesa y la Guardia Civil. Fue entregado temporalmente a España en el año 2010 para ser juzgado por una veintena de atentados, delitos de asesinato, pertenencia a banda armada, tenencia ilícita de armas con fines terroristas y falsificación de documentos. En mayo de 2011 la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional lo condenó a 85 años de prisión por asesinar el 4 de mayo de 1983 en Bilbao a dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía, el Teniente Julio Segarra, el cabo Pedro Barquero y la mujer de este María Dolores Ledo, que se encontraba en avanzado estado de gestación. 

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió al Policía Nacional Vicente Montoya, la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo. 

Carlos Fernández Barallobre. 

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