Poco antes de las diez de la mañana, del 12 de junio, en torno a las 9.55 horas, dos jóvenes de unos treinta años, uno de ellos una mujer, disparaban contra el coronel auditor del Ejército de Tierra Vicente Romero González-Calatayud, cuando se disponía a subirse a su automóvil, un “Simca 1200”, a la altura del número 78 de la calle General Oraa, en el barrio de Salamanca. Testigos presenciales aseguraron que los disparos —unos quince— fueron realizados por pistolas, tiro a tiro, cuando el conductor Juan García le abría las puertas del automóvil con matrícula del Ejército de Tierra. El coronel iba vestido de uniforme y se dirigía a su despacho jurídico del Servicio Militar de Construcciones. Nada más producirse los disparos, la viuda del coronel presintió que su marido podría haber sido víctima de un atentado y se dirigió a la calle. En las cercanías de la calle General Oraá se encontraban varios trabajadores con una máquina perforadora, que fueron testigos del atentado, al igual que varios viandantes y personas que se hallaban en un bar cercano. Precisamente, el chófer había estado tomando un café en el citado establecimiento, esperando al coronel.
Los autores del atentado descendieron de un vehículo “Renault 12” de color blanco, matrícula M-8l61--CY, aparcado delante del “Simca 1200”. Dispararon el joven y la chica unas diez veces cada uno. Todo fue muy rápido. Al volante del “R-12” se hallaba un tercer individuo que emprendió la huida hacia la calle Francisco Silvela.
Policía Esteban del Amo García |
En el suelo quedaron una quincena de casquillos del calibre 9 mm parabellum, de marca checa. Segundos después de producirse los disparos, apareció en las inmediaciones un vehículo Zeta” de la Policía Nacional. En ese vehículo policial se trasladó al coronel al hospital de la Princesa, de la calle Diego de León, a un centenar de metros del lugar del atentado, mientras el chófer era trasladado al hospital San Francisco de Asís. En los edificios próximos, donde se encontraban situadas varias viviendas militares, fueron colocadas numerosas banderas españolas con crespones negros, mientras decenas de personas se situaban en las cercanías del número 78 de la calle General Oraá, junto a los cines “Dúplex”, donde dieron gritos contra los asesinos etarras y vivas a España y a la Policía, en una ambiente de enorme tensión, rabia y dolor contenidos.
Tanto el coronel como su chófer ingresaron cadáveres en los dos centros hospitalarios. Vicente Romero resultó muerto por los impactos de dos balas que le penetraron por la nuca, mientras que al conductor las balas le interesaron el pecho. El doctor Goizueta, sub director del hospital de la Princesa, informó que los disparos contra el coronel le habían penetrado por la región occipital y le habían salido por la región frontal, provocándole estallido craneal y otras lesiones irreversibles.
El coronel Vicente Romero tenía 55 años de edad y había sido el número uno de la promoción de 1953. Era natural de La Puebla de Montalbán (Toledo). Casado con María Josefa García-Tenorio Valmaseda, tenía cuatro hijos, dos chicas y dos varones, con edades comprendidas entre los diecisiete y los veintisiete años. El coronel era diplomado en Derecho Administrativo Militar, y realizaba funciones de asesor jurídico en la Dirección General de Infraestructuras del Ministerio de Defensa.
Juan García Jiménez tenía 27 años y estaba adscrito como civil, al Servicio Militar de Construcciones. Había nacido el 6 de julio de 1958 en San Pablo de los Montes (Toledo) y residía en Coslada (Madrid). Estaba casado con Rosario García Caro Díaz y tenía una hija de dos años. Con anterioridad había trabajado en un taller de carpintería y desde febrero desempeñaba el puesto de chófer.
Nada más tener conocimiento del atentado, se personaron en el hospital de la Princesa el ministro de Defensa, Narcís Serra, el jefe de Estado Mayor, General Sáenz de Tejada, y el alcalde de Madrid, Tierno Galván.
Pocos minutos después de haber asesinado al coronel Romero Calatayud los terroristas abandonaron el vehículo, cargado de explosivos, en la segunda planta del aparcamiento de El Corte Inglés de la avenida de Felipe II. A partir de este momento daba comienzo la segunda parte de la tragedia desencadenada por los terroristas en la capital de España, con el saldo de un policía muerto y varios agentes más heridos.
Tres jóvenes, uno de ellos bastante calvo, según algunos testigos, abandonaron el automóvil dejando las puertas abiertas. El vigilante del aparcamiento sospechó de ellos y avisó a la dirección de los grandes almacenes, quien dio parte a la policía.
Inspeccionado el vehículo, por parte de los artificieros de la Policía Nacional, Esteban del Amo García y Gerardo Puente Baldera, estos pudieron observar que en el asiento delantero había una especie de bomba. Tras un minucioso reconocimiento comprobaron que era falso. Pero al abrir el capó trasero observaron que allí había dos cargas, de unos 12 kilogramos de ‘goma-2”. A las 11.30 horas se ordenó el desalojo de El Corte Inglés, cuando se encontraban en su interior unas 8.000 personas, lo que se produjo con rapidez y tras ponerse en marcha automáticamente el dispositivo previsto por la empresa para casos de evacuación.
Restos tras la explosión del artefacto |
En esos momentos el caos circulatorio por el casco de Madrid era prácticamente total y la noticia del atentado ya se había extendido. Se cortaron a la circulación las calles Narváez, Goya y Felipe II, mientras el equipo de desactivación procedía a desmontar las bombas. Allí, en la segunda planta del aparcamiento, los Policías Nacionales desactivaron una, con sistema de pinza y un cebo. A las 12.27 el segundo artefacto, que contaba con un temporizador, hizo explosión y provocó la muerte del artificiero especialista Esteban del Amo García, así como heridas de diferente consideración al otro policía Gerardo Puente. Este servidor del orden contaría posteriormente que su compañero Esteban le advirtió de que había notado algo extrañó:”Gerardo, quítate un momento que he visto algo, echándome hacia atrás”. “Yo estaba agachado observado el vehículo por debajo de las piernas de Esteban. En el momento de levantarme sentí un enorme resplandor que me dejó ciego, Ni oí ni sentí la enorme explosión”. La terrible deflagración de la onda expansiva cogió de lleno a Esteban del Amo que quedó destrozado, haciendo de parapeto y salvando la vida de su compañero Gerardo Puente, que cayó de forma violenta al suelo gravísimamente herido. El Policía Nacional logró levantarse y escapar del infernal lugar, mientras el coche quedaba envuelto en llamas. La imagen de Gerardo saliendo del aparcamiento, totalmente ensangrentado, descamisado y con el brazo izquierdo destrozado, fue portada al día siguiente en todos los medios de comunicación.
Nada más producirse la explosión comenzó a incendiarse el coche, y el humo llegó a ser insoportable en el aparcamiento. Uno de los policías municipales que ayudaba en labores de socorro, tuvo que ser evacuado con síntomas de asfixia. Rápidamente llegó un helicóptero, que tomó tierra muy cerca del Palacio de Deportes y trasladó a los heridos a un centro hospitalario.
Gerardo Puente Baldera, el otro TEDAX herido, presentaba, gravísimas heridas en uno de sus brazos, de las que fue intervenido quirúrgicamente en el Hospital Provincial, donde fueron internados otros cinco policías y un guardia municipal, con heridas leves.
Otro herido fue conducido al Hospital Gómez Ulla. Con la llegada de los bomberos para sofocar el incendio en el aparcamiento y la progresiva apertura del tráfico rodado, fue disminuyendo la fuerte tensión. No obstante, un nutrido grupo de personas que se instalaron frente al aparcamiento de la calle Felipe II entonaron el “Cara al Sol” y dieron vivas a España, a Franco y a la Policía Nacional.
Desde el pasado 5 de junio, hacía exactamente una semana antes de los atentados, la policía y el Gobierno tenían noticias de la presencia de un comando de ETA en Madrid. Como consecuencia, se reforzaron las medidas preventivas ante la posibilidad de que ETA preparase una acción terrorista coincidiendo con la firma de la adhesión de España a la CEE. El Ministerio del Interior dispuso de un plan especial de alerta, denominado “Eslabón”, que se complementaba con especiales medidas de protección de aquellas personas, civiles o militares, que pudieran ser objetivo terrorista. Se cursaron instrucciones a los mandos militares, jefes y empleos intermedios para que velasen por su seguridad personal, se les proporcionó escolta especial, se les instó, especialmente a los militares, a que siguiesen esas instrucciones al pie de la letra, dado que el estamento castrense era, en ocasiones, poco sensible a esas amenazas. Según fuentes policiales era muy factible que el comando de ETA, “comando España”, antes denominado “comando Madrid”, hubiese visto la imposibilidad de asesinar a un alto cargo militar o a un general y optase por atacar a un coronel auditor, en una operación que no revestía grandes riesgos para sus autores, como había ocurrido en otras ocasiones.
Numerosos edificios de Madrid ocupados por militares formaban parte del escalón de seguridad previsto por los ministerios de Defensa e interior. En esos casos, la protección policial se realizaba sólo durante unas pocas horas por la mañana y otras por la tarde. En este escalón estaban incluidos el edificio de la calle General Oraá y otro próximo. En ambos vivían unos 50 militares, entre ellos un teniente coronel de la Policía Nacional. Las horas elegidas eran las habitualmente utilizadas por los mandos militares para salir de sus domicilios y para regresar a ellos. Las horas de la mañana eran aproximadamente las comprendidas entre las 7.30 y las 9.15. Sin embargo, el coronel Romero solía salir de casa, más tarde, por lo que en ese momento ya no había protección policial.
El ministro de Defensa, Narcís Serra, comentó la existencia de ese dispositivo de seguridad y dijo que había sido "muy estudiado y es efectivo", si bien agregó que "los terroristas, como siempre, han buscado el atentado con mínimo riesgo para ellos". Serra agregó que, frente a estos asesinatos, hay que reaccionar "con serenidad y con la firme convicción de que vamos a acabar con ellos".
Pocas horas después de que ETA hubiese sembrado el terror y la muerte en Madrid, la banda asesinaba en Portugalete al brigada de la Armada José Millarengo de Bernardo. La banda extorsionadora y asesina reivindicaría los tres asesinatos cometidos ese día 12 de junio.
La capilla ardiente del Policía Nacional Esteban del Amo, una vez que le fue practicada la autopsia en el instituto anatómico forense, fue instalada en la Academia Especial de la Policía Nacional en Canillas, donde en la tarde del día siguiente, en un ambiente tenso, de enorme emoción, envuelto por el sufrimiento de la viuda y demás familiares de la víctima y el pesar de sus compañeros el ministro del Interior. José Barrionuevo Peña, presidiría el solemne funeral por el policía muerto. Le acompañaron el director de la Policía Rafael del Río; el director General de la Guardia Civil, el General Inspector de la Policía Nacional Félix Alcalá-Galiano; el presidente de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina; el delegado del Gobierno en Madrid José María Rodríguez Colorado, así como otras autoridades civiles militares y policiales.
En su homilía el sacerdote teniente vicario de la I Región Militar, Jaime Tovar, manifestó que quería plantear a las autoridades, no unas quejas sino el eco del sentimiento del Ejército y la Policía Nacional y preguntó: “¿Es tan difícil buscar hasta el final las raíces del terrorismo? ¿Quién mueve los hilos de ese mundo satánico que no tiene corazón y asesina dejando a familias deshechas, hijos sin padres y mujeres sin esposas. ¿Por qué no ser más comprensivos con los excesos que puedan haber cometido aquellos cuya misión es hacer frente a este fenómeno asesino y despiadado que es el terrorismo”.
En el momento de dar la paz, el ministro del Interior abrazó a los familiares del policía asesinado y uno de ellos gritó en alta voz: “ministro hay que hacer algo más”.
Una vez finalizada la Santa Misa la unidad de Música de la Policía Nacional interpretó “La Muerte no es el Final”, el toque de oración y el Himno de la Policía Nacional que fue entonado por todos los presentes y por las dos compañías de la Policía Nacional que rindieron honores y que estaban formadas en el gran patio central del la Academia policial.
A la salida del acto, el inspector de la Policía Nacional, Félix Alcalá Galiano manifestó: “He llegado a tener odio, a pesar de ser católico; tengo odio, odio al terrorista”.
Esteban del Amo García tenía 35 años. Era natural de Segovia, estaba casado y tenía dos hijas de corta edad. Desde cinco años antes de su asesinato pertenecía al equipo de artificieros de la Policía Nacional. Sus restos fueron inhumados en la intimidad en el cementerio de Carabanchel en Madrid.
La capilla ardiente con los restos mortales del coronel Romero y del conductor Juan Carlos Jiménez, fue instalada a media tarde del mismo día 12 en el Cuartel General del Ejército. Al lugar acudieron numerosos mandos de las Fuerzas Armadas y familiares de las víctimas.
Los funerales por el coronel Vicente Romero y el conductor Juan García Jiménez, , se celebraron a media mañana del día 13 en el patio de armas del Cuartel General del Ejército, con asistencia de todos los principales altos cargos del Ministerio de Defensa y de los tres ejércitos. Estuvieron presentes las esposas y los familiares más directos de las dos víctimas, así como un centenar de miembros de las Fuerzas Armadas.
Rindió honores la Agrupación de Tropas del Cuartel General del Ejército. La ceremonia religiosa, oficiada por el vicario general castrense, José Manuel Estepa, se celebró sin incidentes de ningún tipo. María Josefa García-Tenorio, esposa del coronel, siguió todo el acto de pie acompañada por tres de sus cuatro hijos. Rosario García-Caro, la esposa del conductor, permaneció durante toda la ceremonia sentada, y sólo en escasas ocasiones rompió en sollozos. La madre del conductor, igualmente sentada durante el acto, lloró a lo largo de toda la misa, y especialmente cuando el féretro, a hombros de miembros de la Policía Militar, fue introducido en el patio de armas.
Los actos comenzaron a las 11.05, con la llegada al patio de armas del ministro de Defensa, Narcís Serra; el secretario de Estado del departamento y los cuatro miembros de la Junta de Jefes de Estado Mayor, así como el subsecretario de Defensa, los presidentes de la Comunidad Autónoma y de la Asamblea de Madrid, y el secretario de organización del PSOE, José María Benegas. En filas posteriores se situaron el secretario general de Alianza Popular, Jorge Verstrynge, los ex ministros de Defensa Alberto Oliart y Agustín Rodríguez Sahagún, y el ex presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, Álvaro Lacalle.
A las 11.13 horas fueron introducidos en el patio los féretros de las dos víctimas, envueltos en la Bandera Nacional que fueron colocados frente al altar, rodeados por una escuadra de gastadores. Sobre ambos ataúdes habían sido depositados ramos de flores, y sobre el del coronel figuraba su gorra de plato.
Durante la homilía, el vicario general castrense señaló que todos los ciudadanos que aman la vida se conturban al ver nuevamente "la irrupción por nuestras calles de los seres inhumanos que se han convertido en máquinas crueles al servicio de la estrategia internacional de la muerte". Según el oficiante, los terroristas disponen "del máximo de publicidad en una sociedad de libre información".
Durante la consagración, la unidad de música del Cuartel General del Ejército interpretó el Himno Nacional, mientras las dos compañías que rendían honores presentaron armas. En ese momento la viuda del coronel asesinado, que había mantenido una enorme entereza, se quebró y rompió a llorar desconsoladamente.
Concluida la ceremonia religiosa, sonó “La Muerte no es el Final” y el toque de oración. Seguidamente, a las 11.45 horas, las dos compañías de la Agrupación de Tropas del Cuartel General del Ejército realizaron una salva de fusilería. Al término del funeral el jefe del Estado Mayor del Ejército, teniente general José María Sáenz de Tejada, declaró que la jornada de 12 de junio constituía "un día muy duro", pero que "el Ejército sentía un dolor sereno, aunque profundo".
El coronel Romero Calatayud fue enterrado en la localidad toledana de La Puebla de Montalbán, mientras el conductor recibió sepultura en el cementerio madrileño de Coslada.
Los autores del asesinato del coronel y su chófer, y del Tedax de la Policía Nacional, eran los miembros del grupo Madrid de ETA compuesto por José Ignacio de Juana Chaos, Juan Manuel Soares Gamboa, Belén González Peñalva, Inés del Río Prada y Esteban Esteban Nieto. Los tres primeros fueron los ejecutores directos de los atentados. En 1989 la Audiencia Nacional condenó a 58 años de cárcel por el doble asesinato del coronel y de su chófer a la etarra Del Río Prada. En el mismo fallo, De Juana Chaos fue condenado por el mismo delito, y por el asesinato del artificiero Esteban del Amo, a 251 años de cárcel. En 1996 fueron condenados por los tres asesinatos Esteban Nieto, a 226 años de cárcel, y Soares Gamboa, a 129, que vio rebajada su pena al haberse arrepentido de su actividad terrorista dentro de la banda ETA y colaborar con la justicia. Por último, en 2006 fue condenada a 187 años como coautora del triple asesinato la etarra González Peñalba.
De Juan Chaos detenido en 1987, fue condenado judicialmente por su participación en 25 asesinatos a casi 3.000 años de prisión, de los que cumplió poco más de 18 años en aplicación de la legislación española entonces vigente. El 7 de agosto de 2006, De Juana inició una huelga de hambre de 63 días contra lo que consideraba una "cadena perpetua", refiriéndose a la aplicación de la doctrina Parot por parte de los jueces de la Audiencia Nacional. El 27 de octubre de 2006 la Audiencia Nacional juzgó nuevamente a De Juana Chaos por un delito relativo a la publicación de dos artículos suyos en el diario "Gara". La sentencia fue emitida el 6 de noviembre, y en ella se le condenaba a doce años y siete meses por un delito de amenazas terroristas, con la agravante de reincidencia.
El día anterior a la recepción oficial de su condena y ante la noticia no oficial de la misma, comenzó una nueva huelga de hambre porque en su opinión ya había cumplido su condena. El 16 de noviembre la Audiencia autorizó controles médicos del preso para velar por su salud y su integridad física. Al negarse a alimentarse, el 24 de noviembre, la Audiencia ordenó su traslado a la Unidad de Nutrición del Hospital 12 de Octubre de Madrid. El 12 de diciembre, De Juana comenzó a ser alimentado, en contra de su voluntad, con una sonda nasogástrica. Las víctimas de ETA calificaron de absolutamente vergonzoso que De Juana Chaos, que había sido condenado a más de tres mil años de prisión por más de una veintena de asesinatos, continuase desafianzo a la Justicia y al Estado de Derecho, y advertían que esa falsa huelga de hambre serviría de excusa para aumentar la presión en la calle, con más actos de terrorismo callejero y era una nueva afrenta a las víctimas del terrorismo.
El 2 de agosto de 2008 salió en libertad. Su puesta en libertad vino acompañada de enorme polémica, al conocerse que De Juana iba a vivir en la misma calle del barrio de Amara de San Sebastián donde vivían varias víctimas de ETA, una de ella justo debajo del piso de De Juana. Otra de las víctimas era la madre de Joseba Pagazaurtundua.
El 4 de agosto de 2008, dos días después de su puesta en libertad, la Audiencia Nacional hizo público que había acordado la apertura de una investigación por un presunto delito de enaltecimiento del terrorismo, a causa de una supuesta carta del excarcelado que fue leída en un acto, al que De Juana no asistió, convocado por los movimientos del entorno de la izquierda abertzale para homenajearle. De Juana negó, por medio de su abogado, ser el autor de dicha carta
En el texto de la carta publicado en Gara, se definía a De Juana como "una víctima del estado de excepción no democrático" creado por Francia y España y denunciaba la "dura lucha" de estos Estados con "ilegalizaciones, presión policial y torturas". En el homenaje se recordó a los presos de ETA y se criticó la política penitenciaria del Gobierno, finalizando profiriendo algunos asistentes gritos de enaltecimiento a ETA.
El 11 de noviembre de 2008, la Audiencia Nacional decretó el ingreso en prisión de De Juana, ordenando su busca y captura internacional por no comparecer para ser interrogado como imputado por un delito de enaltecimiento del terrorismo, puesto que no pudo ser localizado en diversos domicilios. De eses momento huyo de España y de la justicia. En 2015, fue loxalizado en la localidad venezolana de Chichiriviche, en donde actualmente reside y regenta una licorería y Tasca llamada Jock's.
Juan Manuel Soares Gamboa, considerado como uno de los mayores arrepentidos de la banda terrorista ETA y condenado a más de 1.500 años de prisión. En 2003 obtuvo el tercer grado.
Esteban Esteban Nieto, falleció en la madrugada del 26 de septiembre de 1999 en su domicilio de Tolosa (Guipúzcoa) a causa de un cáncer. Condenado a más de 3.000 años de prisión por diversos atentados, había sido excarcelado el 7 de abril de ese año 1999 por la Audiencia Nacional debido a la gravedad de su enfermedad. Esteban Nieto estuvo, entre 1982 y 1984, en el comando Ardatza, del que pasó al comando Madrid. Fue detenido en 1987. Condenado por pertenencia a banda armada; por atentar, entre otros delitos, contra Antonio Hernández Gil, ex presidente del Consejo General del Poder Judicial; por el atentado de la plaza de la República Dominicana, de Madrid, en el que murieron 12 guardias civiles, por participar en el asesinato del vicealmirante Fausto Escrigas, del coronel Romero Calatayud, su chofer y el artificiero de la Policía Nacional Esteban del Amo.
Inés del Río Prada fue condenada a 58 años de cárcel por el doble asesinato del coronel y de su chófer y el asesinato del TEDAX de la Policía Nacional Esteban del Amo, Tras cumplir veinte años de prisión, beneficiada por el código penal de 1973, que le permitía ahorrarse diez años por beneficios penitenciarios, estaba previsto que abandonase la cárcel el 2 de julio de 2008. Casi dos meses antes de su excarcelación, la Audiencia Nacional le aplicó la doctrina Parot y retrasó su salida de prisión hasta el 27 de julio de 2017. Inés del Río recurrió la revisión de su condena a los tribunales Supremo y Constitucional, que rechazaron sus recursos. Del Río y sus abogados apelaron en última instancia al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que se pronunció de manera definitiva el 21 de octubre de 2013, fallando a favor de Inés del Río y ordenando su puesta en libertad de manera inmediata, Uno de los magistrados miembros de ese tribunal europeo de Derechos Humanos era el militante socialista Luis López Guerra, elegido en el año 2007 a propuesta del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y suya fue la mano que hizo posible que esa sentencia a favor de la etarra Inés del Río Prada declararse la llamada ‘doctrina Parot’ contraria a los convenios europeos y a la propia Constitución española y la derogase. Gracias a ello a mediados de enero de 2014 ya habían sido puestos en libertad, sobre la base de esta derogación, un total de 63 miembros de ETA y nueve de otras organizaciones, entre ellos el GRAPO. López Guerra había sido secretario de Estado de Justicia entre 2004 y 2007 con los gobiernos de Rodríguez Zapatero.
Belén González Peñalba fue condenada en el año 2006 por la audiencia nacional a 187 año de prisión por el asesinato del Coronel Romero, su chófer Juan García y del Policía Nacional Esteban del Amo Tras pasar seis años en cárceles francesas, fue extraditada a España en 2005. Cumplía varias condenas que sumaban más de 700 años de cárcel. Estuvo encarcelada hasta que en 2009, víctima del cáncer, se le permitió seguir cumpliendo la condena en su casa en régimen de prisión atenuada. El 16 de noviembre de 2017 fallecía en el Hospital Oncológico de San Sebastián a causa del cáncer que padecía.
En el año 2016 con motivo de cumplirse el 192 años desde que, en 1894, el rey Fernando VII dictase la Real Cédula en la que se creaba la Policía General de Reino, la comisaría de Segovia quiso rendir también un sentido homenaje a los agentes fallecidos en acto de servicio y, para que estén siempre en la memoria colectiva, se instaló un monolito en la entrada de la misma. En el recuerdo, especialmente, los cuatro policías segovianos asesinados por los terroristas, cuyos nombres ilustran una placa adosada en el monolito. Inspector Jesús María González Ituero, natural de Madrona, secuestrado y maltratado durante casi un año y, finalmente, asesinado por ETA en el sur de Francia en 1976; el Policía Nacional Emilio López de la Peña, asesinado el 28 de julio de 1979 en Bilbao; el inspector Moisés Cosme Herrero Luengo, asesinado en 1985 y el Policía Nacional Esteban del Amo García, quien murió en 1985, desactivando una bomba trampa.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se le concedió al artificiero de la Policía Nacional Esteban del Amo, la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedió también el ascenso en el empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Carlos Fernández Barallobe.
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