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sábado, 4 de noviembre de 2017

1981. ETA asesina en Baracaldo y Santuchu (Bilbao) a los Policías Nacionales Vicente Sánchez Vicente y Francisco Francés Garzón

A primeras horas de la tarde del día 8 de abril de 1981, era asesinado en la población vizcaína de Baracaldo, por tres individuos encapuchados, el Policía Nacional Vicente Sánchez Vicente, cuando, vestido de paisano, llevaba al colegio a una hija suya de cuatro años. 

Faltaban unos minutos para las tres de la tarde, cuando el agente entraba en su coche, un «Seat 127» de color rojo, después de dejar a su hija Olga de cuatro años en el colegio “Santa Teresa”, ante cuya puerta tenía aparcado el vehículo. Mientras quitaba el freno de mano sin haber cerrado completamente la puerta, se acercó lentamente por su izquierda un vehículo Mercedes color blanco del que salieron dos individuos, uno cubierto con una capucha verde y otro con capucha roja, que dispararon dos ráfagas de metralleta sobre el Policía Nacional. El coche, sin frenos y con la portezuela abierta se deslizo por la pendiente de la calle unos veinte metros hasta chocar con otro vehículo aparcado, ante la mirada atónita de más de un centenar de niños que en ese momento entraban en el colegio. La cabeza y los brazos del servidor del orden quedaron colgando fuera del vehículo, dejando un reguero de sangre en la calzada. 

Policía Vicente Sánchez Vicente

En los primeros momentos de confusión, los individuos encapuchados, a los que esperaba otro en el interior del “Mercedes” con el motor en marcha, huyeron a gran velocidad con dirección a la carretera que conducía a la autopista de Bilbao. Minutos después se presentaron en el lugar del suceso varios vehículos de la Policía Nacional y una ambulancia, en la que fue trasladado Vicente Sánchez a la ciudad sanitaria de Cruces, donde ingresó ya cadáver. El cuerpo presentaba once impactos de bala, en la espalda, el cuello y los brazos. En el lugar del suceso aparecieron gran cantidad de casquillos de bala de 9 milímetros parabellum, marca SF, munición utilizada habitualmente por ETA-M. 

Al día siguiente, 9 de abril, hacia las seis y media de la madrugada, los miembros de un comando etarra, compuesto al menos por ocho terroristas, sorprendían al conductor de una furgoneta de la empresa de limpieza Villar, en el barrio bilbaíno de Santuchu y amenazándole con sus armas se apoderaban de la furgoneta marca “Avia”, dejando abandonado a su conductor maniatado en las cercanías del lugar. 

En el vehículo robado se dirigieron de seguido a un lugar desde el que se dominaba todo el puente de Begoña y la parte occidental de la basílica. Allí aparcaron la furgoneta y tomaron posiciones en medio de una espesa niebla. Cuando aun no se habían cumplido la siete de la mañana, llegaban a las proximidades de la basílica dos vehículos de la Policía Nacional de las que descendieron ocho miembros del Cuerpo que se dispusieron a montar los puestos de control y vigilancia que habitualmente establecían cerca de la autopista que pasaba por delante de la basílica de Begoña, trayecto que obligatoriamente seguían las dotaciones de la Policía Nacional que todas las mañanas salían del acuartelamiento de Basauri para cumplir los diferentes servicios en el área del gran Bilbao

En este momento los ocho miembros del comando, situados a unos sesenta metros y desde una altura de unos veinte, comenzaron a hacer fuego cerrado sobre los Policías Nacionales con armas cortas y largas (varios rifles CETME, un rifle de postas y pistolas). Rápidamente las fuerzas policiales respondieron a la agresión y durante unos minutos se cruzó entre policías y terroristas un intenso tiroteo. Posteriormente los miembros del comando terrorista se dieron a la fuga en la furgoneta robada. Al acabar el tiroteo, tres policías quedaron tendidos en el suelo entre un gran charco de sangre. 

Uno de ellos tenía dos tiros en los muslos y perdía sangre abundantemente, al resultar afectada una arteria vital. Se trataba del agente Francisco Francés Garzón, que fue trasladado con rapidez a la cercana clínica de la Virgen Blanca. Llegó en estado agónico con un paro cardíaco y, después de no responder a las medidas de reanimación, falleció. Los otros dos heridos eran Antonio Muñoz, herido en el hombro derecho y el tórax, de pronóstico grave; y Antonio Prados Martín, herido levemente en el muslo izquierdo. 

Dadas las características del atentado, en medios policiales se apuntó que se trataba de una acción de envergadura: un comando de al menos ocho personas no era habitual en los atentados de ETA. Las armas usadas, procedentes del Ejército, y el perfecto emplazamiento del “golpe”, hicieron pensar a los investigadores en una acción de largo alcance frustrada por la espesa niebla que no permitía realizar con precisión los disparos. Las patrullas atacadas por los terroristas pertenecían a la XIX Compañía de Reserva General, con base en Granada, trasladada recientemente a Vascongadas para reforzar los efectivos de la Fuerzas de Orden Público tras las medidas antiterroristas adoptadas por el Gobierno de la Nación.

Tras realizársele la autopsia en el depósito del Hospital Civil de Basurto, el cadáver de Francisco Francés fue trasladado al acuartelamiento de la Policía Nacional de Basauri, en una de cuyas dependencias, donde había sido ya instalada la capilla ardiente con los restos del policía Vicente Sánchez Vicente, asesinado la víspera en Baracaldo, quedó también situado el féretro de Francisco Francés, siendo velados ambos policías por numerosos compañeros de la Policía Nacional, Cuerpo Superior de Policía y Guardia Civil. 

Policía Francisco Francés Garzón

A las doce y cuarto de la mañana de la mañana del viernes día 10 se celebraron en el patio de armas del acuartelamiento de Basauri los funerales por los dos policías asesinados. Ambos féretros envueltos en la Bandera Nacional, fueron colocados en el patio de armas del cuartel, donde se celebró el funeral de cuerpo presente. 

Una compañía de la Policía Nacional y una sección de la Guardia Civil formaron durante toda la ceremonia religiosa a uno y otro lado de los féretros. La banda de música del regimiento de Infantería de Garellano interpretó varias marchas militares, cerrándose el acto con la interpretación del Himno de la Policía Nacional. 

Entre las personalidades asistentes figuraban el ministro del Interior, Juan José Rosón; el delegado en la comunidad autónoma, Marcelino Oreja; el general inspector de la Policía Nacional, general Sáenz de Santamaría; el diputado general de Vizcaya, José María Makua, los gobernadores civil y Militar de Vizcaya Vicente Sampedro y General de División Julio Feliú Bordoy y otras autoridades civiles y militares. 

Al término de la ceremonia religiosa, el ministro del Interior declaró a los medios informativos: “Estos atentados son una salvajada más de ETA. Estos hechos vienen a demostrar la necesidad de activar la lucha antiterrorista”.

Los restos mortales de Francisco Francés, natural de Sevilla, fueron trasladados a la capital andaluza. La capilla ardiente quedó instalada en las dependencias del cuartel de la Policía Nacional, en el barrio de los Remedios, acudiendo durante toda la jornada las autoridades civiles y militares, así como numerosos sevillanos a manifestar su pésame y su solidaridad con la Policía Nacional. 

A la mañana del día siguiente, el coronel vicario castrense ofició en el acuartelamiento una Misa de corpore insepulto a la que asistió la viuda del Policía, Bárbara Ortiz, la madre, familiares y amigos de Francisco Francés Garzón. En la presidencia oficial se encontraban autoridades civiles y militares de la provincia, entre ellas el presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo; gobernador civil de Sevilla, José María Sanz Pastor; gobernador militar de Sevilla general Esquivias Franco, que había sufrido también un atentado del GRAPO; general de división del Ejército del Aire, Lester Cisneros; Jefe Superior de Policía de Sevilla; General de la Zona de la Guardia Civil; presidente de la Audiencia Territorial de Sevilla, así como amplias representaciones del Ejercito, Policía y Guardia Civil. 

Una vez terminado el oficio religioso, en medios de escenas de gran dolor entre familiares y compañeros y mientras sonaba el toque de oración, el féretro de Francisco Francés, cubierto con la bandera Nacional, fue conducido a hombros hasta el patio central del cuartel, donde sería introducido en un vehículo fúnebre que le trasladó hasta el cementerio de San Fernando de la capital hispalense, donde recibieron cristiana sepultura. El gobernador civil de Sevilla Sanz Pastor, declararía a los medios de información que “el asesinato del policía Nacional Francisco Francés es un atentado contra España entera. Actos como este tienen que hacernos replantear a todos la imperiosa necesidad de revisar la Constitución e imponer la pena de muerte para este tipo de delitos”. 

Por otra parte, en Salamanca se celebró el funeral y el sepelio de Vicente Sánchez Vicente el policía Nacional asesinado en Baracaldo. Miles de personas llenaron el templo dominicano de San Esteban, así como sus alrededores. La Santa Misa estuvo presidida por la viuda del Policía Nacional asesinado, María del Carmen Chamorro, padres, hermanas y otros familiares y las primeras autoridades civiles y militares de la Comunidad Castellano-Leonesa y de la ciudad salmantina. 

El féretro llegó al templo a hombros de compañeros del policía abatido por el terrorismo, pertenecientes al grupo de artificieros de Bilbao y de la guarnición de Salamanca.

Ofició el funeral el prior del convento de San Esteban. Al finalizar la ceremonia religiosa y cuando el ataúd cubierto con la Bandera de España salía por la puerta del convento los miles de personas congregadas prorrumpieron en una cerrada ovación, dando vivas a España, a la Policía Nacional, y gritos de ¡Eta asesina!, ¡Contra Eta metralleta!, ¡Vicente Sánchez muerto por Dios y por España ¡Presente!. 

Cuando el furgón fúnebre se puso en marcha en dirección al cementerio de la capital charra se recrudecieron los gritos y aplausos mientras militares, policías y guardias civiles presentes saludaban militarmente a su compañero asesinado, que recibiría posteriormente en la intimidad cristiana sepultura. 

Vicente Sánchez Vicente de 30 años de edad, era natural de Salamanca; estaba casado y tenía dos hijas de 7 y 4 años de edad Estaba destinado en la sección de artificieros de la Policía Nacional desde hacía ocho años. 

Francisco Francés Garzón, natural de Sevilla, pertenecía a la 19ª Compañía de la Reserva General de la Policía Nacional, con base en Granada, trasladada hace apenas una semana al País Vasco. Estaba casado con Bárbara Ortiz.

De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se concedió a Vicente Sánchez Vicente y Francisco Francés Garzón la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior le concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.

Carlos Fernández Barallobre.

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