Hacia las 12:30 horas del 3 de octubre de 1980 la banda terrorista ETA ametrallaba en Durango (Vizcaya) un vehículo camuflado de la Policía matando a sus ocupantes: el subcomisario de Policía Sergio Canal Canal, al inspector de Policía José Antonio Merenciano Ruiz y al Policía Nacional Jesús Hernando Ortega, conductor del vehículo.
El primer día de cada mes el subcomisario Canal y el inspector Merenciano, acompañados por un conductor, se trasladaban desde Bilbao a Durango para realizar los trámites de obtención del Documento Nacional de Identidad (DNI) a los vecinos de la localidad. El trabajo lo realizaban en unas oficinas que el Ayuntamiento ponía a su disposición. Así lo hicieron el 1 de octubre, pero al no poder terminar todas las tramitaciones, acordaron regresar el día 3, ya que el 2 se celebraba la festividad de los Ángeles Custodios, patrón de la Policía. Como solía hacerse, se colgó un cartel en el Ayuntamiento anunciando que se volvería a atender al público el día 3.
Subcomisario Sergio Canal |
La mañana del 3 de octubre, acompañados por el agente Jesús Hernando, perteneciente al Batallón de Conductores de la Policía se trasladaron a Durango, trabajando en los trámites del DNI hasta las 12:30 horas, momento en el que emprendieron el viaje de vuelta a Bilbao en coche. Al detenerse en un semáforo en rojo, al final del puente de San Agustín, cuatro terroristas se colocaron a ambos lados del vehículo y abrieron fuego cruzado contra el mismo, que fue alcanzado por varias ráfagas de metralleta.
El inspector Merenciano Ruiz, que ocupaba el asiento trasero, reaccionó y pudo hacer uso del revólver, con el que realizó un disparo. El coche policial, con su conductor herido de muerte, sin control, cruzó la avenida de San Agustín y se fue a estrellar contra un cartel que anunciaba el lugar en que se encontraba el Ambulatorio de Durango, deteniéndose en la acera al lado de la iglesia de San Agustín, a unos diez metros del lugar del atentado. El vehículo presentaba unos treinta impactos de bala y todos los cristales rotos. En su interior fue hallado un buen número de casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum.
Inspector José Antonio Merenciano |
Para asegurarse de que ninguno de los policías salía vivo del atentado, los asesinos de la banda se acercaron al vehículo y dispararon con sus pistolas directamente a la cabeza de las víctimas.
El inspector José Antonio Merenciano Ruiz murió en el acto, mientras que el subcomisario Canal Canal y el agente Hernando Ortega fueron trasladados gravísimamente heridos al Hospital Civil de Bilbao. El policía Jesús Hernando falleció durante el traslado, mientras que el subcomisario Sergio Canal lo hizo media hora más tarde, mientras era intervenido quirúrgicamente. Los cadáveres presentaron numerosas heridas en la cabeza y tórax.
En el lugar de los hechos los autores del atentado dejaron abandonada una bolsa de deportes en cuyo interior se ha encontró un cargador de metralleta y 50 proyectiles de 9 milímetros parabellum, marca SF, munición utilizada por ETA Militar.
Los autores del atentado huyeron hacia el centro de Durango en un Seat-85O, robado a punta de pistola esa misma mañana en la población de Sangüesa. El propietario del vehículo fue retenido por el comando terrorista cerca de la una y media, unos minutos antes de producirse el atentado. Los miembros del comando terrorista estuvieron dando vueltas por la población en el vehículo robado, en el que llevaban a retenido su propietario.
La capilla ardiente quedó instalada por la tarde de ese día en la Jefatura Superior de Policía de Bilbao y los cadáveres fueron velados por funcionarios del Cuerpo Superior de Policía y Policías Nacionales.
Policía Jesús Hernando |
A la mañana del día siguiente, 4 de octubre, en medio de un ambiente de gran tensión, se celebró en la Iglesia del Carmen, de Bilbao, el funeral por las tres víctimas del atentado. Al acto asistieron el director general de Policía, José Manuel Blanco Benítez; el delegado del Gobierno en el País Vasco, general Sáenz de Santamaría, el gobernador civil de Vizcaya, Fernando Jiménez, Gobernador Militar General Feliu, además de otros jefes y oficiales.
Al comienzo y al término del acto, grupos de personas dieron gritos de apoyo a la Policía y de condena a ETA, que mezclaron con insultos al Gobierno y a las autoridades presentes. El funeral había sido fijado para las once de la mañana en la iglesia del Carmen, situada a unos doscientos metros del edificio de la Jefatura Superior de Policía, de Bilbao, donde estaba instalada la capilla ardiente. En los alrededores de esa zona se había dispuesto un impresionante dispositivo de seguridad.
Pasadas las 10.30 horas salió de jefatura la comitiva fúnebre. Tras un grupo de funcionarios que portaban una treintena de coronas de flores se situaron compañeros de las víctimas, de uniforme y de paisano, que iban a turnarse para portar a hombros los féretros de los malogrados servidores del orden. Detrás de un reducido grupo de familiares marchaban las autoridades, entre las que se encontraba el general Sáenz de Santamaría; el director de la Policía Nacional, José Manuel Blanco; gobernadores civil y militar de Vizcaya y altos mandos militares de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Inmediatamente detrás, una compañía mixta de la Policía Nacional y Guardia Civil con banda de música.
Sin incidentes, el cortejo fúnebre recorrió la calle de San Mamés y, a través de la mencionada vía, llegó a la iglesia. En la puerta, cuando los féretros cubiertos con la bandera nacional, eran introducidos al interior de la Iglesia, un gran número de personas dio vivas a España, a Euskalerría española y a la Legión y una mujer gritó: "Que venga la Legión, que estamos en pie de guerra". También se oyeron gritos contra ETA y contra el Gobierno.
En el templo abarrotado, se situaron en primera fila los familiares de las víctimas y las autoridades. En los bancos posteriores y laterales se acomodaron cientos de Policías de uniforme y de paisano, militares y personal civil. UCD y Alianza Popular estaban representados por sus dirigentes, diputados y parlamentarios.
En una homilía breve y de contenido casi exclusivamente religioso, el capellán castrense, que concelebró la misa con sacerdotes de la parroquia, afirmó: “Debemos tener la esperanza de que estos muertos serán semilla de paz e igualdad para todos los españoles, cualquiera que sea su ideología; que las muertes de estos tres Policías sean las últimas y que sean fruto de amor y concordia para nuestra querida España”. Tras señalar que la muerte sobrecoge y espanta el dolor, el celebrante, dirigiéndose a todos los presentes, repitió: “Que el dolor y la rabia no nos hagan caer en la desesperación”.
Vehículo "K" donde sufrieron el atentado los Policías asesinados |
En la consagración, una mujer gritó: “Señor, salva a España del marxismo y danos la paz”. Concluido el acto religioso y cuando los féretros eran introducidos en los furgones, en medio de una gran tensión, centenares de personas prorrumpieron en vivas a España y la policía, que fueron coreados por la inmensa mayoría de los asistentes; se dieron gritos, contra ETA “Contra ETA, metralleta”, el Gobierno “ETA, culpable; Gobierno, responsable” y “Gobierno, traidor” y las autoridades presentes, a las que varias personas increparon con gritos de traidores y vendidos a los enemigos de España. Se escuchó también algún grito aislado de apoyo al Batallón Vasco Español.
Los restos mortales del inspector Merenciano Ruiz y del subcomisario Sergio Canal salieron de Bilbao, por vía aérea, con destino a sus lugares de origen Valencia y Orense. El ministro del interior, Juan José Rosón, acompañó en Orense el féretro que contenía los restos del subcomisario, a su llegada a esta región, así como los actos fúnebres celebrados en la ciudad. En cuanto al policía nacional Jesús Hernando Ortega, fue enterrado en Derio.
Sergio Canal Canal, subcomisario del Cuerpo Superior de Policía de 56 años, era natural de Bentraces (Orense), donde fue enterrado. Estaba casado y no tenía hijos.
Jesús Hernando Ortega, policía nacional de 44 años, era natural de Jagoncillo (Burgos). Estaba destinado en el Batallón de Conductores de la Policía, estaba casado y tenía un hijo de 9 años.
José Antonio Merenciano Ruiz, inspector de Policía de 25 años, era natural de Valencia, donde fue enterrado. Hacía cuatro meses que se había casado.
De acuerdo con el Real Decreto 1404/2000, con fecha 19 de julio de 2000, se les concedió a los tres servidores del Orden caídos la Gran Cruz de la Real Orden de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo a título póstumo. Además, en resolución fechada el 18 de marzo de 2005 (Real Decreto 308/2005), el Ministerio del Interior les concedía también el ascenso de empleo, con carácter honorífico y a título póstumo.
Carlos Fernández Barallobre.
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