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sábado, 10 de diciembre de 2016

1975. ETA asesina en Barcelona al Cabo Primero de la Policía Armada Ovidio Díaz López

El 6 de junio de 1975 el Cabo Primero de la Policía Armada Ovidio Díaz López moría en Barcelona en el transcurso de un tiroteo con un grupo de etarras que acababa de atracar la sucursal número 3 del Banco de Santander, en el número 70 de la calle Caspe. Era la primera vez que ETA provocaba una víctima mortal en Cataluña.

Ese día seis o siete terroristas entraron en la entidad bancaria con la intención de robar, había en caja 425.000 pesetas, y una cantidad superior no contada, recién traída por un transporte blindado, estaba en unas sacas tiradas por el suelo. Los miembros de ETA alertaron a clientes y empleados de la sucursal bancaria de que aquella acción se trataba de un atraco político. Intimidándoles con revólveres del 38 especial y una metralleta, los pusieron contra la pared y desarmaron al guardia jurado. Pero la alarma interior, conectada a la Jefatura de Policía, fue activada por una empleada y, desde allí, se envió una patrulla que se encontraba en esos momentos en los alrededores de la oficina. Además, justo en el bar de enfrente a la entidad bancaria, el Bar Fausto, dos agentes de la Brigada de Investigación Social estaban tomando café, y también salieron a impedir que se consumase el atraco.

Cabo 1º Ovidio Díaz López

Cuando los etarras abandonaban la entidad bancaria, se encontraron de frente con los agentes y se inició un denso tiroteo que acabó con la vida de Ovidio Díaz, alcanzado por siete disparos, uno de ellos en el corazón. La presencia de dos mujeres que transitaban por la acera de la entidad bancaria en esos momentos hizo que la Policía cesase en su tiroteo lo que aprovecharon los delincuentes para escapar. En su precipitada huida dejaron abandonadas dos pistolas, dos revólveres y una bolsa que contenía las 425000 pesetas que habían sustraído de la caja fuerte de la entidad bancaria. Uno de los grupos de asaltantes detuvo a un vehículo SEAT 600 que conducía una señora a la que obligaron a que les trasladara en su coche, dejándolo abandonado en las inmediaciones de la Plaza Urquinaona. El otro grupo de asesinos se dio a la fuga en otro vehículo que estaba aparcado en los alrededores de la calle Caspe.

Las honras fúnebres por el alma del cabo primero de la Policía Armada Ovidio Díaz, celebrado en la parroquia castrense del parque de la Ciudadela, constituyó una emotiva manifestación de duelo con la presencia de gran número de compañeros, la totalidad de las primeras autoridades de Barcelona con el capitán general de Cataluña Salvador Bañuls Navarro a la cabeza. El ministro de Información y Turismo León Herrera y Esteban, a quien acompañaba el director General de Seguridad Francisco Dueñas Gavilán, presidió el funeral por el alma de Ovidio Díaz que fue oficiado por el Vicario General castrense Monseñor López Ortiz.

Antes del inicio de la Misa, el ministro de Información y Turismo pasó revista a una compañía de la Policía Armada con escuadra de gastadores y banda de música. Seguidamente a hombros de miembros de la Policía Armada, Policía gubernativa y Guardia Civil, el féretro del cabo Díaz López fue introducido en el templo y colocado en un catafalco en el crucero de la capilla, iniciándose a continuación la Santa Misa. Finalizado el oficio religioso que fue seguido por miles de personas que desbordaron la pequeña capacidad del templo, el ataúd de Ovidio Díaz cubierto con la Bandera Nacional fue situado frente a la puerta del templo, imponiéndole el ministro de Información y Turismo la medalla de oro del mérito policial. De seguido la banda de la Policía interpretó el himno del Cuerpo que fue entonado por todos los presentes. 

 El Ministro de Información y Turismo, León Herrera, impone al Cabo 1º Díaz López la Medalla de Oro al Mérito Policial a título póstumo

Posteriormente tomó la palabra el ministro de Información y Turismo que señaló: “A mi emoción como español como miembro de las Fuerzas Armadas-era general de División consejero togado del Ejército del Aire-“y como ministro del Gobierno, he de añadir la particular de quien, hasta hace siete meses, fue subsecretario de gobernación y tuvo contacto íntimo con las fuerzas de la Policía y pude conocer, desde dentro, el sentido de disciplina y entrega que la Policía española pone en defender ese tesoro que casi se ha convertido en patrimonio exclusivo de todos los españoles, que es la paz, conquistada con la sangre de un millón de muertos”. “Que Dios le dé el eterno descanso a Ovidio Díaz López y a nosotros nos lo niegue hasta que no seamos capaces de conseguir y asegurar la paz y el orden para todos los españoles”. 

Después de las palabras del ministro, las fuerzas de la Policía que habían rendido honores de ordenanza, desfilaron ante el féretro y autoridades y cuyo paso fue acogido con constantes ovaciones y gritos y vivas a España, a Franco y a la Policía.

El féretro de Ovidio Díaz fue depositado en un furgón que los iba a trasladar a La Coruña donde recibiría cristiana sepultura. Sus compañeros se colocaron en dos apretadas filas y despidieron con enormes aplausos al vehículo fúnebre donde iban los restos del cabo primero de la Policía Armada Ovidio Díaz López. 

El entierro en La Coruña del cabo primero de Ovidio Díaz, constituyó toda una sentida manifestación de duelo, Más de cuatro mil personas quisieron acompañar al servidor del orden asesinado y a sus compañeros policías. El cortejo fúnebre partió del número 23 de la calle de San Luis, para allegarse hasta el cementerio de San Amaro. Al llegar a la puerta del camposanto compañeros del cabo primero asesinado sacaron el ataúd, que iba envuelto en la bandera Nacional y llevaba prendida la medalla de oro del merito policial, del furgón funerario y conducido a hombros entre la multitud que se agolpaba en la entrada de la necrópolis y llevado hasta el nicho donde reposaría situado en el tercer departamento. Más de cuarenta coronas de flores, llevadas por compañeros policías Armados, precedían al féretro. En lugar destacado iban los familiares del cabo primero así como las autoridades civiles y militares. Al finalizar el entierro se dieron vivas a España, a Franco y a la Policía por parte del público congregado en el cementerio.

Funeral por el alma del Cabo 1º Díaz López en el Parque de la Ciudadela de Barcelona

Posteriormente en la parroquia de San Rosendo se celebró el funeral por el eterno descanso de su alma. En lugar destacado se hallaban el Gobernador Militar de La Coruña, General de División Carlos Franco González-Llanos, que ostentaba la representación del Capitán General, Gobernador Civil Miguel Vaquer, concejal Rodríguez Carballido en representación del alcalde de La Coruña, Jefe Superior de Policía señor Cosias, así como otras autoridades civiles y militares.

Ovidio Díaz López tenía 31 años. Estaba casado y su mujer se encontraba embarazada de su primer hijo.

Mes y medio más tarde del asesinato del cabo primero de la Policía Armada Ovidio Díaz, eran detenidos en Barcelona los etarras Ignacio Pérez Beotegui, alias “Wilson”, responsable de los grupos especiales de ETA, y Jon Paredes Manot, alias “Txiki”, sorprendidos por la Policía cuando se disponían a cometer un nuevo atraco bancario.

Paredes Manot fue acusado de intervenir en el tiroteo que acabó con la vida de Ovidio Díaz. Fue juzgado en Consejo de Guerra sumarísimo y condenado a muerte. La sentencia se ejecutó en el cementerio de Collserola el 27 de septiembre de 1975. Ese mismo día fueron también fusilados el etarra Ángel Otaegui Echevarría (por el asesinato del guardia civil Gregorio Posada Zurrón) y los miembros del FRAP José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y José Humberto Baena encontrados culpables de los asesinatos del Teniente Pose Rodríguez de la Guardia Civil y del Policía Armado Lucio Rodríguez Martín.

Carlos Fernández Barallobre.

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