Páginas

viernes, 15 de abril de 2016

Cascos de acero utilizados por la Policía Española

En la actualidad, uno de los problemas al que se enfrentan las comisiones técnicas encargadas de dotar a los distintos Cuerpos policiales de un equipamiento capaz de hacer frente, con eficacia, a las diferentes eventualidades derivadas del ejercicio de su función, en especial las relacionadas con el mantenimiento del orden público, viene dado por la adopción de un cubrecabezas con la resistencia necesaria para paliar o minimizar las agresiones que puedan perpetrar, contra la Fuerza actuante, los grupos violentos con los que, en ocasiones, tienen que enfrentarse.

En este sentido, a lo largo de los últimos años, hemos sido testigos de la constante evolución de los diferentes cascos de dotación reglamentaria del Cuerpo de la Policía Nacional en los que se conjugan aspectos de practicidad, higiene y seguridad con otros de carácter puramente estético.


Cascos que han ido evolucionando, convirtiéndose en más ligeros, con un mejor ajuste craneal y con mayores prestaciones a la hora de garantizar la integridad del usuario en una parte tan vital de su cuerpo como es la cabeza.

Actualmente todos los cascos están provistos de las correspondientes cogoteras, así como de los pertinentes protectores de rostro que los convierten en pieza fundamental de dotación a la hora de enfrentarse con éxito contra esos grupos violentos ya mencionados durante cualquier algarada callejera o ante una situación de deterioro del orden con ocasión de la celebración de un evento deportivo o concentración de masas de cierta relevancia.

Casco modelo "Trubia" de dotación en el Cuerpo de Seguridad y Asalto desde 1938 (colección particular)

Sin embargo, no siempre fue así y por ello, en diferentes museos, colecciones particulares e incluso tiendas especializadas en la compra y venta de viejos retazos de la historia corporativa, nos podemos topar con aquellos modelos de casco de acero que a partir de la década de los 30 constituyeron la dotación tanto del Cuerpo de Seguridad y Asalto como del de la Policía Armada, antecedentes ambos de nuestra actual Policía Nacional.

Por ello, este trabajo, que no pretende ser otra cosa que un pequeño bosquejo que sirva para recuperar una parte de nuestra historia como Cuerpo, quiere presentar dos modelos de cascos de acero que, sin las prestaciones, ni siquiera la funcionalidad, ni la estética de los de actual dotación, fueron utilizados por la Policía española en otros momentos y circunstancias de la historia de España.

Se trata de los cascos modelos “38” o “Trubia” y “Z-42” que conservamos con mimo, junto con otros, en nuestra colección particular y que en el presente trabajo se muestran en las fotografías que lo ilustran.

Sin duda alguna el hecho de que las últimas confrontaciones bélicas en las que participó el Ejército español, en los primeros años del siglo XX, fuesen las sucesivas campañas africanas de 1909 y 1921, delimitando entre ambas la llamada Gran Guerra en la que nuestras armas permanecieron neutrales, retrasó considerablemente, entre otras cosas, la adopción del casco de acero o de guerra que ya utilizaban, de forma reglamentaria, la mayoría de los ejércitos que participaron en la I Guerra Mundial a la conclusión de esta.

La extrema climatología del norte de Africa, convertido en eventual teatro de operaciones, aconsejó en aquel entonces la no adopción de una prenda de cabeza que, como el casco metálico, pudiese constituir un serio handicap tanto para la movilidad como para la comodidad de los combatientes, necesitados de un cubrecabezas que les permitiese sobrellevar, sin agobios, las ya de por sí agobiantes temperaturas africanas.

Pese a todo, en el año 1926, con motivo de la promulgación de un importante Reglamento que modificó de forma sustancial la uniformidad militar, el Estado Mayor del Ejército comienza a plantearse seriamente la implantación de una prenda de semejantes características; prueba de ello es la Circular de 01/09/1926 por la que se convoca un concurso internacional para adoptar un casco de guerra reglamentario.

Fruto de esta iniciativa surgen, en nuestra Patria, los primeros modelos de cascos de acero concebidos para su uso militar.

Si primero aparece el denominado Modelo 1926 “sin ala”, también llamado Modelo 1921 o “portugués”, fabricado en la Fabrica de Armas de Trubia (Oviedo) en el año 1926 y distribuido a partir de 1930; de forma coetánea aparece el Modelo 26 “con ala” de igual fábrica que el anterior.

Finalmente, avatares del destino, hacen que el casco inicialmente adoptado, aunque solo de forma oficiosa – el Modelo “sin ala”-, sea desplazado por el llamado “con ala” que se fabrica con mayor profusión y que ha servido como referente identificador del Ejército español de aquellos años, merced a la gran difusión de fotografías de acciones militares de la Guerra Civil en las que aparecen soldados tocados con este cubrecabezas.

Ambos cascos conviven, de forma indiscriminada, a lo largo de los años siguientes y muy especialmente hacen acto de presencia, como ya queda dicho, durante la citada Guerra Civil de 1936-1939, distribuidos en Unidades pertenecientes a los dos bandos contendientes. Finalmente, ambos modelos son recuperados y restaurados, perviviendo, en los distintos Parques para dotar a reservistas o en algunas Unidades operativas, hasta años después de concluida la guerra, especialmente el llamado Modelo “con ala” que es retirado definitivamente en la década de los 70.

Sin poder sustraerse a esta política de uniformidad en la que todavía priman “roses”, “salacots” “boinas” o prendas de cabeza inspiradas en los viejos “chambergos” de los legendarios Tercios, el Cuerpo de Seguridad de los últimos años del reinado de S.M. D. Alfonso XIII tampoco dispone de una prenda de cabeza con cierta capacidad para hacer frente, con garantias, a las posibles algaradas callejeras.

El adveniemiento de la II República, que trajo consigo un importante deterioro en el oden público heredado ya del final de la monarquía, exigió de la Autoridades competentes la adopción de una serie de medidas conducentes a poner remedio a esta situación cuyos máximos exponentes, preludio de ulteriores hechos de extrema gravedad, se alcanzarán en 1933 con los sucesos de Casasviejas; la sublevación de Asturias en el año 1934 y los movimientos sediciosos de Cataluña y las Vascongadas.

Sin duda la más importante de todas estas medidas fue la creación en 1932 de las Secciones de Vanguardia o Asalto dentro del Cuerpo de Seguridad a las que, como unidades de élite en materia de mantenimiento del orden público urbano, se les dota de los medios necesarios para su especial cometido. Armas de tipo medio, como ametralladoras y morteros, pasan a integrarse organicamente en estas Unidades que también reciben material de tipo pesado como es el caso de los primeros vehículos blindados - los legendarios “Bilbao” - e incluso el primer lanzador de agua, un prototipo del que solo existe constancia se carrozase una unidad.

Como complemento a todo ello se estudia la necesidad de dotar a estas Unidades de un casco de metal que, sin poseer las prestaciones balísticas de uno de guerra, sí sirviese para hacer frente a cualquiera de las eventualidades que de la asunción de su especial cometido se pudieran derivar.

Atrás quedaba el incómodo casco de fieltro que dotó a todo el Cuerpo de Seguridad y como no a aquella Sección de Gimnasia, remoto antecedente de las Unidades policiales encargadas, como misión prioritaria, del mantenimiento del orden público.

Consecuencia de todo ello, se diseña el casco denominado Modelo 38 “Trubia”, tambien llamado “Eibar”, fabricado a partir de 1934 y distribuido desde 1938. Se trata de un casco inspirado en el anterior Modelo 26 “con ala” aunque presenta ciertas y notables diferencias con él.

El Modelo 38 es un casco concebido en origen para dotar al Cuerpo de Seguridad y más concretamente a las Secciones de Vanguardia o Asalto. Quizas por ello presenta, como queda dicho, inferiores prestaciones en materia balística que su antecedente toda vez que están concebidos para usos y misiones claramente diferenciadas.

Se trata de un casco fabricado en el llamado Arsenal Nacional de Artillería de Trubia, de 930 gramos de peso, realizado en acero italiano “Cogue et Ansaldo” de 1 mm y del que se fabricó una única talla. Este casco dispone como guarnición de un armazón de fleje remachado en la cúpula, careciendo de aireación; en cuanto a su barboquejo está formado por dos piezas unidas por una hebilla de hierro.

Sus diferencias sustanciales con su antecesor, el Modelo 26 “con ala”, son su peso que en este alcanzan los 1.050 gramos y el material de elaboración que para este modelo 26 es acero laminado de 1,8 a 1,1 mm. Otra diferencia estriba en que la guarnición, tres lengüetas de cuero sobre fieltros, está sujeta por siete remaches situados en los laterales y parte posterior del casco.
Fotografía que recoge a dos Guardias de Asalto, el de la izquierda usa el casco modelo "Trubia" (prensa de la época)

Pese a que en apariencia se pueden confundir ambos modelos, lo cierto es que una observación directa y detallada de los mismos nos permite establecer las claras diferencias existentes entre ambos y que también afectan a su estética.

De hecho este Modelo 38 resulta en apariencia más estilizado que el 26 y ligeramente más ovalado que este lo que contribuye a una mejor adecuación a la cabeza del usuario. Por otra parte, la línea de sus alas es algo más prolongada lo que mejora la aireación. Otra de las diferencias radica en la altura de la visera que en el caso del Modelo 38 es 15 mm más baja que la del Modelo 26. Por lo demás, frecuentemente ambos cascos tienden a confundirse.

En origen este Modelo 38 se presentó pintado de color marrón caqui si bien se ha especulado sobre el hecho de que los destinados al Cuerpo de Seguridad fueron entregados pintados de azul en consonancia con el color del uniforme del Cuerpo aunque también pudiera tratarse de un error de apreciación derivado de la fácil confusión con el modelo 26 “con ala” que dotó, en algunos casos, al Ejérctito del Aire hasta los años 70 y que, para homogeneizarlo con el color de su uniforme, fue pintado de azul aviación.

La denominación “Eibar” que se asigna a este modelo viene dada por el probable hecho de que durante la Guerra Civil, en la que dejó de fabricarse, el estocaje existente en la fabrica de Trubia fuese armado en la citada localidad guipuzcoana.

Como queda dicho este modelo de casco estuvo presente en Unidades de ambos bandos contendientes en la Guerra Civil.

Igual que al resto de los cascos de guerra de dotación en el Ejército español, hacia 1943, se le dotó de una pequeña chapa, colocada en su frontal, para la sujeción del emblema del Ejército e incluso el propio de las Fuerzas de la Policía Armada en aquellas Unidades de este Cuerpo en las que pudiera subsistir, de lo que no tenemos constancia directa.

El hecho de que su distribución se iniciase a partir de 1938 hace suponer que, salvo raras excepciones, jamás fue utilizado con el fin para el que se concibió, esto es alteraciones del orden público; siendo destinado, como el resto de sus homónimos, para dotar a las diferentes Unidades militares y paramilitares presentes en los campos de batalla españoles durante los años 1936 a 1939; esta circunstancia apoya la teoría de que jamás fueron entregados pintados de otro color que el marrón original ya que es de dudosa comprensión que en pleno estado de guerra ninguno de los bandos contendientes se detuviese a uniformar del mismo color las prendas de cabeza que se iban a distribuir de forma arbitraria entre todas las Unidades necesitadas de ellas y no a los efectivos de un solo Cuerpo que, como el de Seguridad, estaba peleando indistintamente en ambos bandos.

Sin embargo, sí es posible que desde 1934, fecha de inicio de la fabricación, hasta 1938, año en que comienza a distribuirse, de forma experimental fuese entregado a alguna Unidad del Cuerpo de Seguridad y Asalto en cuyo caso sí pudo haber sido asignado con el color azul a juego con el resto de la uniformidad o lo que todavía parece más razonable, que dada la gravedad de los acontecimientos que iban sobreviniendo en lugar de entregar este nuevo modelo 38 fuese suministrado a determinadas Unidades el modelo 26 con ala; pese a todo no conocemos, aunque al parecer existen, fotografía alguna en la que aparezca un Guardia de las Secciones de Asalto luciendo tal prenda, ni siquiera en aquellas que reflejan los instantes más dramáticos de los sucesos previos a la Guerra Civil y de los que ya se ha hecho mención, pudiendo tan solo observar a este personal dotado con el mencionado casco en alguna que recoge acciones propias de la contienda civil.

Terminada la guerra y más concretamente a partir del año 1943, cuando estos cascos empezaron a ser retirados previo su repintado de verde caqui, algunos de ellos fueron a parar como dotación reglamentaria a aquellas Brigadas de Tropas de la Cruz Roja Española que los lucían en acontecimientos deportivos y otras concentraciones de masas donde tales tropas eran desplegadas. La presencia de estos cascos como dotación de las tropas de referencia fue contrastada por nosotros, incluso en la década de los 60.

A la conclusión de la Guerra Civil se hizo necesario dotar al Ejército español de un casco moderno con el fin de retirar del servicio la enorme amalgama de prendas de este tipo, la mayoría obsoletas y no funcionales, supervivientes de la contienda. En general se trataba de varios modelos de casco de distintas procedencias con los que estaban dotadas las diferentes Unidades militares repartidas por todo el territorio nacional.

Las instantáneas o reportajes gráficos de algún desfile militar de aquellos años nos permiten comprobar como convivían, en dudosa armonía, cascos del Modelo 21 ó 26 “sin ala”, con otros del Modelo 26 “con ala” o del 38 “Trubia”, sin contar con alguna otra Unidad que todavía participaba en la parada con cascos del modelo “35 alemán”, “30 checo” o “33 italiano”. Todo un referente que demuestra a las claras la precaria situación económica que atravesaba España en aquellos difíciles años de postguerra.

Por todo ello el Estado Mayor del Ejército, por un decreto de 03/09/1942, declaró reglamentario el casco denominado modelo “Z-42” de clara inspiración alemana. 

Se trata de un casco diseñado y fabricado por la Fabrica de Armas de Trubia, basado en el Modelo 1935 alemán aunque confeccionado con material más ligero que este.
Casco modelo "Z-42" de uso en la Policía Armada (Museo Policial de La Coruña)

Este nuevo casco comenzó a distribuirse durante el año 1943 y teóricamente todas las Unidades quedaron con él equipadas en 1945, si bien todavía en la década de los 50 muchas Unidades continuaban dotadas con modelos anteriores y eso sin contar algunas de las pertenecientes al Ejército del Aire en las que sobrevivió, como ya se ha dicho, el modelo “con ala” hasta el inicio de los años 70 .

Está provisto de los mismos orificios de aireación – dos - que su antecedente germano y presenta la misma guarnición que el modelo 26 “con ala”; en cuanto a su barboquejo está confeccionado en dos piezas con hebilla de pincho. 

El casco “Z-42”, con alguna variante en su guarnición, permaneció de asignación reglamentaria para el Ejército hasta la década de los 80.

Curiosamente, uno de los Cuerpos que primero reciben este casco en dotación es precisamente el Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico - creado en 1941 - para sustituir al ya desaparecido Cuerpo de Seguridad y Asalto, conscientes de la necesidad de dotar a este Cuerpo de nueva creación del material necesario para la asunción de sus funciones en materia de orden público urbano. Son estas Fuerzas las que sustituyen el color verde oliva oscuro original, con que fue presentado el casco, por el gris propio de su uniforme, así como el escudo del Ejército, colocado en la presilla frontal con ocasión de desfiles y paradas, por el Aguila de San Juan con el yugo y las flechas propio del mencionado Cuerpo policial. 

Este casco se mantuvo en dotación en la Policía Armada hasta los años 60 en que reciben un nuevo modelo de plástico endurecido y de clara inspiración norteamericana, de cuyo modelo también conservamos uno en nuestra colección particular.

Sin embargo es de suponer que algunas Unidades policiales lo mantuviesen de dotación o al menos de reserva durante muchos años después, existiendo constancia de que algunas pequeñas Plantillas todavía lo mantenían en asignación reglamentaria al inicio de la década de los 70, figurando en los estadillos con la denominación de “cascos de guerra”. Tampoco tiene duda el hecho de que estos cascos no fueron retirados completamente o al menos destruidos en su totalidad ya que en fecha tan tardía como 1986 todavía se guardaban cascos de este modelo, pintados de gris, en los almacenes y repuestos de varios Centros policiales del ya Cuerpo Nacional de Policía.

Hoy, en pleno 2002, las distintas Unidades de nuestro Cuerpo, en especial las Unidades de Intervención Policial, están dotadas con cascos modernos, resistentes, higiénicos, ligeros y de una estética correcta, capaces de afrontar con éxito la función protectora para la que fueron concebidos; sin embargo quizás en alguno de nuestros almacenes, esos lugares oscuros y olvidados que hay en toda Comisaría o Centro policial, todavía se guarde alguno de estos viejos cascos que en otro tiempo sirvieron para dotar a la Policía uniformada y con los que afrontaron situaciones de riesgo. Probablemente, de ser así, su estado de conservación no sea el más apropiado; por ello, antes de destruirlo como objeto inservible que a primera vista parece, pensemos que forma parte importante de nuestra historia corporativa y que merece, cuando menos, un pequeño y cariñoso rincón en cualquiera de nuestros museos o como elemento ornamental en cualquier otra dependencia policial.
José Eugenio Fernández Barallobre,
(artículo publicado en la Revista "Policía").




















No hay comentarios:

Publicar un comentario