Del boletín "Emblema" de diciembre, tomamos este interesante artículo de nuestro gran amigo y compañero el Comisario (R) Angel J. Alcázar Sempere.
Hay frases, dichos, refranes, versos, poesías, que por algún motivo no se te olvidan nunca en la vida. Vamos con el cuento.
Medalla conmemorativa. Anverso (col. del autor) |
Hace ya la friolera de 50 años, concretamente el 6 de diciembre de 1974 que un grupo de unos cuarenta muchachos, la mayoría menores de 15 años, nos encaramábamos a un autocar el cual tenía asignada como misión llevarnos al Recinto Ferial situado en la Casa de Campo de Madrid. Íbamos contentos, felices y algo nerviosos, pues íbamos a reunirnos con otros muchos jovencitos de la O.J.E de toda España para ensayar conjuntamente dos nuevas canciones que se incorporaban a nuestro extensísimo cancionero juvenil (hoy en día todavía me acuerdo de más de veinte canciones, aunque de algunas parcialmente). Al día siguiente deberíamos cantarlas en los bonitos jardines del Palacio de El Pardo en un acto de homenaje al entonces jefe del Estado español Francisco Franco.
Cuando llegamos al Recinto Ferial, bajamos del autocar y entramos en formación para dar al mando allí presente las rutinarias y habituales novedades. Por fortuna casi siempre era “Sin novedad”. En este caso y a continuación del “sin novedad”, dábamos el número de mozalbetes que nos incorporábamos a la convocatoria.
Medalla conmemorativa. Reverso (col. del autor) |
A continuación, y sin perder el tiempo, ocupamos el espacio reservado a nosotros, los muchachos pertenecientes al Círculo Mixto “El Cid”, emplazado en la población de El Pardo (Madrid); en efecto, el mismo lugar donde al día siguiente se iba a celebrar la concentración juvenil. El Círculo era mixto, pues estaba compuesto por flechas, arqueros y cadetes. Recuerdo que estábamos eufóricos, pues el número de concentrados en las gradas del Recinto Ferial era enorme y además el fin de semana se presentaba como especial y único en su especie.
Las unidades asistentes, las cuales eran representantes de todos los ámbitos geográficos de toda nuestra vieja “piel de toro”, incluidas las provincias insulares de Ceuta, Melilla y el Sahara, asistieron tal y como se había ordenado, de uniforme y con el correspondiente guion, el cual identificaba a cada unidad ante los demás componentes de la O.J.E.
Las nuevas canciones se llamaban “La gloria del Camino” y “Solo palabras limpias”. La primera, la letra la habían compuesto los poetas Manuel Alcántara, Luis López-Anglada y Carlos Murciano. La música era del maestro Artola y el arreglo musical del maestro Ibarbia. La segunda era del compositor Marciano Cuesta Polo y el arreglo musical, también del maestro Ibarbia. Debimos de ensayarlas, al menos, dos o tres veces cada una, pero debo decir que no lo recuerdo con exactitud.
Cadetes de la O.J.E. (RTVE) |
En ese mismo lugar se impusieron varias condecoraciones a personas que se habían distinguido por su valioso apoyo y colaboración con nuestra organización. Finalmente cantamos, como siempre hacíamos al final de cualquier evento en la O.J.E, el “Prietas las Filas” que era himno del Frente de Juventudes desde el año 1942.
La muchachada del Círculo “El Cid” nos volvimos a embarcar en el autocar de regreso a casa y con la excitación propia de saber que íbamos a participar en algo grande al día siguiente nos acostamos tempranamente; algo parecido a como si al día siguiente fueran a venir los Reyes Magos.
Nosotros “tuvimos suerte” y pudimos dormir en las confortables y acogedoras camas de nuestras casas, pero más de seis mil chicos lo hicieron dentro del Palacio de Cristal (construido en el año 1964/65), distribuyéndose ordenadamente (por unidades orgánicas) por sus tres espaciosas y diáfanas plantas. Para hacer algo menos incómodo el descanso nocturno, el Ejército de Tierra suministró para todo albergado una colchoneta de uso individual. Supongo que habría que devolverlas al día siguiente, pues en esa época, aunque España se encontraba muy desarrollada, se tenían muchos miramientos para con las cosas públicas, tal y como se debería hacer en la actualidad.
Para otro asunto, de la mayor importancia, como es la alimentación de tantísima gente, también el Ejército instaló en las inmediaciones del Palacio de Cristal una docena de cocinas de campaña del modelo “Arpa”, las cuales volví a ver, pocos años más tarde, en varios ejercicios militares en los que participé en el Campo de Maniobras de San Gregorio (Zaragoza).
Sábado 7 de diciembre.
Como era de esperar, amaneció un día frio y húmedo (nos encontrábamos dentro del valle del rio Manzanares), pero muy luminoso y soleado. Un típico buen día de invierno castellano.
Para el acto deberíamos estar ubicados cada uno en su sitio antes de las 12:00 horas, por lo que los componentes del Círculo “El Cid”, no tuvimos que madrugar obligatoriamente ese día. De cualquier manera, a las 10:00 horas ya estábamos listos (perfectamente aseados y uniformados) para ir recibiendo a las distintas expediciones y ayudar en todas aquellas cuestiones que resultasen necesarias y que se nos pudieran demandar. De alguna manera nos sentíamos protagonistas, pues era nuestro pueblo el que servía de anfitrión a tantos camaradas y amigos.
A medida que iban llegando autocares desde Madrid, íbamos identificando la procedencia de cada uno de ellos, siendo muy excitante para nosotros saludar y recibir a compañeros de toda España. Hicimos intercambio de distintivos, chapas, parches y escudos, los cuales sirvieron para incrementar notablemente mi colección de “recuerdos”. Aún conservo como “oro en paño” muchos de ellos.
De todos aquellos grupos que “invadían” nuestro tranquilo y seguro pueblo, recuerdo uno que resultó destacadamente interesante, y era un grupo de canarios, concretamente de Las Palmas de Gran Canaria que resultaban pertenecer a un grupo de especialistas ¡En paracaidismo! Me impresionaron mucho, mucho, de tal manera que al poco tiempo quería ser paracaidista como ellos. En la O.J.E. se hacían algunos cursos, tales como automovilismo, vuelo sin motor, espeleología, buceo, montaña, etc., en los que era absolutamente impensable para nadie poder hacerlos sin ser miembro de esta maravillosa organización. Debo decir que mi padre se negó rotundamente a colaborar con su dinero y autorización por escrito para que su primogénito se pudiera escoñar a la temprana edad de 15/16 años, pero; el daño ya estaba hecho… En cuanto pude, ya siendo mayor de edad, me di el gusto de hacerme paracaidista.
Un aspecto de la concentración (RTVE) |
Pero vamos a lo mollar.
Ese día nos “discursearon” tres autoridades. Hay que decir que el sistema de megafonía dejó mucho que desear, por lo que hubo que hacer verdaderos esfuerzos por “oír algo”. El primero en hablar fue el jefe Nacional (Central) de la O.J.E. José Ignacio Fernández de Carranza, el cual aparte de alguna cursilería, nos señalaba como jóvenes de la esperanza. A mí lo que más me gustó de su discurso es cuando dijo “Nunca seremos tibios ante la demanda de España”. El siguiente discurso fue el del ministro secretario general del Movimiento José Utrera Molina (que lo fue hasta marzo de 1975). También se refirió a nosotros como Esperanza, y ambos quisieron manifestar que toda la juventud ahí congregada pertenecíamos a una generación nueva de una España distinta en la que los odios y los enfrentamientos había sido superados. Por último, y lógicamente el más esperado, el del jefe del Estado Francisco Franco Bahamonde, el cual había capitaneado España desde el final de la infausta Guerra incivil. Dijo con una débil voz apenas audible (el silencio era absoluto) lo siguiente: “Las generaciones han de pasar, pero la Patria siempre permanecerá”. Habló de la “Unidad a la que no se puede renunciar jamás y que debe haber entre los hombres y las tierras de España, cuya solidaridad constituye la base de nuestra personalidad como nación y la garantía de la seguridad frente al futuro”.
Ante el Palacio del Pardo (RTVE) |
Escribiendo estas líneas, no he podido dejar de acordarme de la tremenda y ejemplar solidaridad demostrada por el magnífico y desorganizado pueblo español con el desastre ocurrido en Valencia a finales de octubre con las dichosas “gotas frías” que vienen asolando la región cada cierto periodo de tiempo.
Volvamos por un rato al Palacio de El Pardo.
EL acto terminó como no puede ser, ni debe ser de otra manera, con el Himno Nacional. Un escalofrío me recorrió la espalda. Era un mensaje póstumo a una parte de la juventud en la que gran parte de sus líderes ya estaban “haciendo básicamente las maletas”. Mas de 16.000 jóvenes nos habíamos concentrado ese memorable día; de ellos, unos 12.000 pertenecíamos a la O.J.E y de alguna manera habíamos sido los protagonistas. El resto pertenecían a Colegios menores, a Colegios preparatorios militares, a la Sección Femenina, a Asociaciones deportivas y también a unos chicos “tiernos” (a nosotros entonces siempre nos lo parecían) que vestían el uniforme de los Scouts.
Al general Franco, la organización le regaló un ánfora que había sacado a superficie el grupo de buceadores de la O.J.E de Ceuta en la que se mandó grabar la frase “Vino nuevo en ánforas viejas”. El vino está claro que éramos nosotros, los jóvenes, y como ahora dicen algunos/as, también las jóvenas allí presentes, pero creo que las ánforas se rompieron completamente. Está meridianamente claro que eso tenía que suceder, había muchos síntomas que apuntaban en esa dirección. En relación con ello, y según el propio Utrera Molina en su libro “Sin cambiar de Bandera”, la organización y ejecución de esta concentración juvenil le costó Dios y ayuda (esto último no es literal), muchos se sentían ya incómodos con el Régimen y preparaban sus vitales cambios de orientación.
Este relato es un recuerdo de mi vida. Pertenece a la pequeña Historia, específicamente a la de los movimientos juveniles, pero para cada uno tiene un peso específico diferente. El paso de los años no lo ha desdibujado y menos eliminado de mi cargada memoria.
“VALE QUIEN SIRVE”
Angel J. Alcázar Sempere.
Nota: El reportaje completo de esta concentración está disponible en (pinchar en el enlace):
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