martes, 23 de marzo de 2021

Hoy, sigue presente

Hoy recordamos al inspector de Policía Antonio Recio Claver, asesinado por un comando de ETA, el día 23 de marzo de 1979 en Vitoria

A las 8:40 horas del día 23 de marzo de 1979 tres miembros de la banda terrorista ETA asesinaban a tiros en Vitoria al inspector de Policía Antonio Recio Claver en la entrada al almacén de fontanería Rafael Laza que regentaba junto a su esposa.

Inspector Antonio Recio Claver


A las ocho de la mañana del 23 de marzo Antonio había iniciado precisamente una jornada de trabajo en este establecimiento de fontanería, distribuyendo el trabajo a los ocho empleados del almacén que, salieron todos a cumplir con diversas entregas de materiales y encargos. Minutos después de salir el último trabajador penetraron en la entrada del local tres terroristas. Uno de los etarras se dirigió a un tabique de cristal que actuaba de separación de un despacho y a través del cristal disparó contra el inspector Recio, "a una distancia de un metro y medio y al menos once veces, causándole la muerte instantánea, alcanzándole cinco impactos en la cabeza y en el tronco".

Antonio intentó defenderse utilizando su pistola, que apareció junto al cadáver. Le dispararon once balas (ocho de munición FN y tres de Geco), varias de las cuales lo alcanzaron en la cabeza y el tórax. Una vez en el suelo, recibió un tiro de gracia junto a la oreja izquierda. Tres de los impactos se produjeron dando el policía la espalda a sus atacantes y los otros dos cuando la víctima estaba ya en el suelo.

Para perpetrar el atentado, a las 07.40 horas el etarra José Lorenzo Ayestarán y otros tres terroristas -entre ellos el dirigente etarra José Ignacio Aracama Mendía "Macario"-, sustrajeron a punta de pistola un vehículo marca Chrysler en la avenida del Generalísimo. Los propietarios del vehículo, un matrimonio, fueron abandonados en el alto del puerto de Vitoria, a unos quince kilómetros de la capital. Tras el asesinato, los terroristas huyeron en el automóvil sustraído, que abandonaron en la calle Doce de Octubre de Vitoria y en que fue encontrado un casquillo como los recogidos en la escena del crimen y que tenía una huella dactilar de uno de los miembros del comando ya condenado.

El cuerpo, encontrado por un empleado de la fontanería, presentaba varios tiros, entre ellos uno en la nuca y otro en el pecho. Tras ser levantado el cadáver por orden del juez de guardia, fue trasladado al depósito del hospital de Santiago, donde, por la tarde, le fue practicada la autopsia. El médico forense no quiso facilitar detalle del resultado, ya que pertenece al secreto del sumario.

A lo largo del día, en el Hospital General de Santiago, donde fue trasladado el cadáver, llegaron las primeras autoridades civiles y militares de la provincia. Partidos políticos y centrales sindicales, desde primeras horas de la tarde, comenzaron a difundir comunicados y notas de repulsa sobre el hecho.

En las principales calles de la capital alavesa se colocaron, una vez conocido el suceso, carteles en los cuales se podía leer “Hoy, Antonio, mañana, ¿yo? Arriba España”, o “ETA asesina”, y “Antonio Recio, ¡ presente!”.

La capilla ardiente fue instalada en e! Salón del Trono del Gobierno Civil. Los funerales tuvieron lugar, a las cinco de la tarde del día siguiente, en la parroquia de Nuestra Señora de los Desamparados, y fueron presididos el gobernador civil de Álava; gobernador militar, jefes y miembros de la Policías Gubernativa y Nacional y de la Guardia Civil de la provincia de Álava, así como familiares y amigos de las víctima. Posteriormente el entierro se efectuó en el cementerio de Santa Isabel, en la capital alavesa

La muerte de Antonio Recio pasó inadvertida para los medios de comunicación, en un momento en que las víctimas del terrorismo se contaban por decenas. Sin embargo, aquel policía fue el primer miembro del Cesid asesinado por ETA, aunque la banda ni siquiera lo sabía.

El general Ángel Ugarte reveló años después a través de las paginas de un libro titulado “Memoria del primer hombre que negoció con ETA”, escrito por el propio Ugarte y Francisco Medina, editado por Randon House en 2003, que él era el jefe directo en Vitoria del inspector Recio Claver y que prácticamente había sido testigo presencial del asesinato. Había quedado citado con la víctima en el almacén de fontanería a las 9:00 horas para trasladarse juntos a La Rioja, donde mantenía abierta una operación de investigación. Llegó a oír los disparos, aunque no pudo ver a los asesinos. Así refiere en su libro el momento en que se topó con el cadáver de Recio Claver: "Lo único que pude hacer fue sacarle la cartera, coger el carné del Servicio, el carné blanco con su foto y su nombre, ya sabes, volver a meterle la cartera y dejarlo todo como estaba. Cuando salía me encontré a un inspector de Policía (...) Le dije: ‘Yo no he estado aquí. Encárgate tú. Empieza a moverlo todo. Llama a quien tengas que llamar’"

Antonio Recio procedía del Seced, el servicio de documentación de Presidencia del Gobierno que montó el Almirante Carrero Carrero Blanco, para controlar la agitación estudiantil, poniendo al frente del mismo al Teniente coronel José Ignacio San Martín.

En 1977, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado ordenó fusionar el Seced con la División de Inteligencia del Alto Estado Mayor para crear el Cesid, el servicio secreto de la recién nacida democracia española. Por su parte, Ángel Ugarte fue jefe de los servicios secretos del País Vasco. Se convirtió en la transición en uno de los mejores conocedores del entramado de ETA, logrando desmantelar en 1975 a la cúpula de la banda. Entre otras muchas operaciones, este militar de profesión fue el encargado de infiltrar en el comité ejecutivo de la banda a Mikel Lejarza Eguía, Lobo, el primer topo de los servicios secretos en ETA.

El señor Recio había nacido en Zaragoza, estaba casado y tenía dos hijos, de 16 y 14 años. Pertenecía a la Brigada de Información y estaba destinado desde hacía más de veinte años en Vitoria desde su incorporación al Cuerpo. Allí contrajo matrimonio con Marisol Laza, hija del dueño de la fontanería que regentaba desde que murió su suegro, en la que realizaba labores de contabilidad. Contaba 50 años y era considerado por sus amigos y conocidos como una persona abierta y que gozaba de simpatías. Según declaración de un familiar del fallecido, el señor Recio estaba amenazado por la organización ETA desde hacía tiempo. Al parecer, esta amenaza se remontaba a los tiempos en que el fallecido pertenecía al antiguo grupo de la Brigada Político-Social.

¡¡Dulce et decorum est pro patria mori!!

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